Vulgar, mucho más que gris, estuvo el Zaragoza ante el Sabadell. Y fue penalizado por ello cuando el fútbol le había puesto en bandeja la victoria con un gol pese a ser muy inferior hasta el descanso y con la superioridad numérica por una tontería de Yeray. Pero el Dios del balompié decidió ser justo al final y le castigó con otros dos puntos que volaron de La Romareda como en los últimos minutos ante Osasuna, pero con un claro matiz. Contra los navarros, el Zaragoza mereció ganar y empató. Ayer, no supo vencer pero debió perder porque el Sabadell demostró muchas más hechuras de bloque y jugó mejor ante un equipo que llega a la quinta jornada sin ganar, en descenso, con solo tres puntos de 12 y con un panorama oscuro, poco consistente como bloque y con una pobreza futbolística que es para asustar.

El Sabadell, con Longás en el timón, fue mucho mejor equipo pese a su condición de colista hasta ayer y la gran mayoría del fútbol que se vio en La Romareda lo puso el cuadro catalán. Y es que el Zaragoza fue un flan con el balón, levantando un monumento a la imprecisión, y un equipo partido en la presión, ya que nunca se movió como un bloque para tratar de reducir los inmensos espacios entre líneas. Si a eso se le añade el pésimo partido de futbolistas que deben ser claves como Mario, Dorca o Galarreta se empieza a entender por qué en La Romareda, pese a sus ganas de empujar al equipo tras todo lo vivido este verano, se empezó a escuchar sonido de viento en algunos momentos.

TONO ANODINO

El Zaragoza arrancó la Liga con ciertas esperanzas, pero el paso en una sola semana del Barça B, del Albacete en la Copa y del Sabadell ha sido devastador para un equipo que no encuentra el rumbo y, lo que es peor, cada partido que pasa la pinta es más mala que en el anterior. Además, en el aspecto físico a demasiados jugadores les falta un punto, consecuencia de un verano caótico y con fichajes a contrarreloj. Con todo, lo desconcertante es el tono anodino que tuvieron varios futbolistas, a excepción de honrosas excepciones capitaneadas por Vallejo, de nuevo de lo mejor del equipo.

El caso es que el Sabadell se hizo el amo y señor del duelo desde el principio. Con Nieto en su debut en el carril como novedad y experimento de Víctor, el Zaragoza dejó claro desde el inicio que no iba a ser su partido. Longás, al que se quiso repatriar sin suerte en julio, empezó a acumular posesión y Lucas Porcar, cedido por el Zaragoza, Gato y Juanto, a generar peligro en una zaga donde Mario era la viva imagen del desmoronamiento del equipo. Por arriba, a Eldin se le acabó pronto la gasolina.

Desapareció Dorca y Galarreta comenzó a fallar cada pase para que el equipo se entregara a la superioridad del rival. El primer despiste de Mario casi provoca el gol de Juanto y Carlos Hernández mandó un balón al larguero en un córner. La estrategia, como en el curso pasado, fue una pesadilla para el Zaragoza. Vuelven los viejos fantasmas, otra mala noticia, ya que en un saque de falta Whalley tuvo que hacer un paradón a remate de cabeza de Juanto con la zaga mirando el testarazo del delantero.

AL RITMO DE LONGÁS

La lesión de Rico retrasó a Nieto y ubicó a Diego Suárez en banda y, tras media hora desoladora, el Zaragoza consiguió darle cierta igualdad al choque. Y, además, se encontró con una recta final de la primera parte del todo provechosa. Borja dejó su sello de ariete en un cabezazo a centro de Álamo y adelantó, sin merecerlo, al Zaragoza, que se vio en superioridad numérica por la segunda amarilla de Yeray. Es decir, con todo a favor, con una autopista que no supo tomar.

Con malas sensaciones en el césped y con el viento de costado en el partido, el Zaragoza se fue al descanso y una tormenta de lluvia y granizo le dio la bienvenida al inicio de la segunda parte, donde Juanto se encontró con el palo en otro despiste defensivo zaragocista y Fernández pudo cometer penalti sobre Porcar. No se notaba nada la superioridad numérica local porque el Sabadell, siempre comandado por Longás, que fue ovacionado al ser cambiado, controlaba el choque y obligaba al Zaragoza a echarse atrás. Sí, metidos atrás, contra diez y ante el Sabadell.

El rival, en su deseo por empatar, dejaba espacios, que Borja a centro de Álamo pudo aprovechar. Nauzet se lo impidió. Diego Suárez, que se reubicó en la mediapunta, ofreció el mayor peligro, sobre todo en un disparo que despejó Nauzet mientras Álamo desesperó a la grada por su mala capacidad de elección. Sin embargo, el Sabadell no se rindió. Víctor decidió partir más al equipo con la salida de William José en lugar de haber buscado más control con Tierno, mientras que Nieto dejó su sitio en el lateral zurdo a Cabrera, tercer jugador en ese puesto ayer.

Nada mejoró en el Zaragoza, incapaz de dormir el choque y donde William José, que parece lejos de un aceptable momento físico --eso siendo generosos--, no llegó por poco a un centro de Diego Suárez. Mientras, el Sabadell no perdía la esperanza. Un desajuste de Mario provocó el córner de Vallejo y ahí, en un saque de esquina en el que Borja Bastón se quedó petrificado, empató el rival, con tres remates de cabeza. Repetimos, tres. Los de Lucas Porcar, Kiko Olivas y Juanto, que obtuvo con el gol el premio a su constancia rematadora. Chumbi ya lo había ganado en Albacete. Ese tanto fue un jarro de agua helada para un Zaragoza que sigue sin ganar y que se ha enrocado en una vulgaridad peligrosa. Muy peligrosa.