Viene para ser el cerebro del Zaragoza de Víctor y, por esa función tan vital, fue el propio técnico zaragocista el encargado de dar el último empujón a su fichaje el pasado lunes. "La llamada del entrenador fue determinante, como también lo fue el interés que siempre tuvo el Zaragoza. Víctor habló conmigo, me expuso que estaba convencido de que lo podía hacer bien aquí y que ésta era una buena oportunidad que yo no quiero desaprovechar", dijo ayer José María Movilla, minutos antes de ponerse a trabajar como nuevo jugador del conjunto aragonés, adonde llega como una referencia futbolística imprescindible para el centro del campo. "No sé si reúno ese perfil o no. Yo vengo a hacerlo lo mejor que sé y ojalá que no decepcione a la gente que ha puesto tanto interés en que venga", añadió.

Lo diga o no, ése es el objetivo de su fichaje, porque él ya ha desempeñado, y bien, ese papel en el Málaga y en el Atlético. En el verano pasado no llegó un director de orquesta al Zaragoza y el club pensó desde el principio en que Movilla, sin oportunidades este curso en la casa colchonera por el veto que le impuso su técnico, Gregorio Manzano, era el futbolista ideal para asumir un rol que no le presiona: "La presión la tenemos todos, porque todos queremos ver al Zaragoza lo más arriba posible, y a mí no me va a pesar la responsabilidad. No soy ningún crack, pero vengo con todas las ganas y la ilusión aquí", sentenció, antes de dejar muy claro que se pone a todos los efectos a disposición de Víctor para el próximo partido, en este caso de Copa mañana frente al Alavés: "Me falta ritmo de competición. Por muy bien que me haya entrenado por la larga pretemporada que he tenido eso se adquiere jugando. De todas formas, no voy a poner excusas en la falta de partidos, vengo con muchas ganas de aportar desde el principio".

DECISION FINAL El jugador madrileño, que conocía desde hace tiempo el interés zaragocista, aguantó hasta el final del mercado de invierno en el conjunto rojiblanco para ser inscrito por el club aragonés media hora antes de la finalización del plazo, porque "donde quería jugar era en el Atlético de Madrid y lo he intentado al máximo. Viendo que era una situación insostenible tanto para mí como para el club y el entrenador, y por la presión añadida del exterior, pensé que lo mejor era irme. Pero ni me arrepiento, ni pienso en que me he equivocado por esperar a tomar esta decisión".

SENSACIONES AGRIDULCES Por eso, el día de ayer fue de sensaciones agridulces para Movilla. Se despedía del Atlético por la mañana tras comprobar durante seis meses que no podía hacer cambiar su situación y emprendía horas después su aventura con el Zaragoza. "Lo que quiero es jugar, porque llevo una temporada nefasta viendo lo que había hecho en años anteriores, y para demostrar que valgo para esto", aseguró, para después reconocer tanto su desconocimiento del equipo --"Sólo he visto el partido que jugó contra el Atlético", admitió-- como los teóricos mimbres que ve para salvar la delicada situación que vive en la Liga. "Solamente por nombres de jugadores no hay correspondencia con la posición en la que se encuentra en la tabla. Ahora, todo depende de la unión que tengamos y creo que hay un buen vestuario para sacar esto adelante".

Con su aportación y con la del resto de sus nuevos compañeros se tiene que lograr la permanencia en la élite cuando la temporada llegue a su fin el próximo 23 de mayo. De momento, ayer el nuevo cerebro zaragocista se puso a las órdenes de Víctor y éste no va a tardar en darle batuta de una orquesta desafinada en los últimos tiempos que necesita la clase que este futbolista aporta en la medular.