Hace un mes valoraba la opción de acompañar a Emilio Larraz en el Real Zaragoza B y ayer César Láinez acabó aceptando la propuesta del club de hacerse cargo del equipo filial hasta el final de la temporada tras el cese del anterior técnico. "Ha sido todo un poco raro. Entré de segundo porque Emilio hizo todo lo posible porque así fuera y, cuando él sale, yo pongo mi cargo a disposición del club, no quería ser un estorbo, pero me pidieron ir a Villarreal", relata el exguardameta. Y en Villarreal, el equipo ganó por 1-4. Y, entre tanto, los entrenadores sondeados dijeron "no" al ofrecimiento. "Me parece algo normal que buscaran otro entrenador y, si el nuevo no me hubiera querido, me hubiese marchado. La verdad es que esto no me lo había planteado", insiste Láinez.

Pero no solo no ha tenido que marcharse sino que emprenderá su primera aventura como máximo responsable de un equipo. "Cuando me retiré del fútbol acabé tan quemado que no quería saber nada. Hasta que el Stadium Casablanca me ofreció llevar un equipo de benjamines. Entrenar a los niños me hizo recuperar la pasión por el fútbol y después he podido trabajar en el Huesca y en La Muela. Cuando estoy en Huesca decido sacarme el título de entrenador y lo he acabado este año", explica.

Ha sido todo tan inesperado, que Láinez apenas se marca objetivos. "Lo único que me preocupa ahora es entrenar mañana e intentar ganar al Mallorca el fin de semana", explica. Un poco más a largo plazo, se plantea lograr la permanencia. "Ha costado mucho conseguir una plaza en Segunda B y tenemos que asentarnos". El exguardameta ha estado en contacto en todo momento con su predecesor, Emilio Larraz. "Hablo con él todos los días, somos amigos y me ha ayudado siempre". Y si no se marchó fue, entre otras cosas, porque así se lo pidió el vestuario. "Los chavales nos piden a Alberto (Pérez, preparador físico) y a mí que estemos al menos hasta que llegue el siguiente entrenador. La verdad es que es muy de agradecer que te reciban así".

Su relación con Víctor Muñoz también es muy buena. "Ha sido mi entrenador en el club y mantuvimos la relación después. Más allá de que siempre dice que un portero no puede ser entrenador, nos llevamos bien --bromea Láinez--. La relación entre un filial y un primer equipo tiene que ser de ayuda". ¿Y llegar él al primer equipo? "No tengo ningún interés, me parece algo lejano, impensable y, ahora mismo, inalcanzable".