Habían recibido indicaciones desde hace días y la retransmisión de TVE cumplió el objetivo. Desde el Ministerio de Cultura y Deportes y la RFEF se marcaron las bases de una producción y emisión de un partido peculiar. De un duelo histórico ante un Estado no reconocido por el Gobierno español. La idea era clara: el partido debía parecer el choque entre un país (España) y una federación(la de Kosovo). Los medios para lograrlo fueron diversos, alguno bastante chapucero.

«España se enfrenta al equipo de la federación de fútbol de Kosovo esperando no sufrir tanto como en los dos anteriores partidos, que vaya semana llevamos». Esa fue la apertura de Juan Carlos Rivero, el narrador del encuentro, que dio paso inmediatamente al Chapi Ferrer. La primera misión estaba cumplida: no utilizar «Kosovo» a secas para referirse al rival de la Roja.

Aplicados en el objetivo

Esa era la primera indicación del documento que se hizo llegar a los trabajadores del ente público. Inicialmente se sugirió la utilización de la fórmula «territorio de Kosovo», pero esa nomenclatura causó un tremendo enfado del adversario tras un tuit de la federación española el 9 de marzo. Con «equipo de la federación de Kosovo» la cosa quedó algo más suavizada. Fue la opción favorita de Rivero, muy aplicado a la hora de evitar cualquier descuido, mientras el exazulgrana se decantó casi siempre por «equipo kosovar».

Esa fue, precisamente, la expresión que se utilizó en la megafonía de La Cartuja a la hora de anunciar la alineación del conjunto del veterano Bernard Challandes. Antes, en los videomarcadores del estadio, se optó por poner los escudos de las dos federaciones. Todo se cuidó al detalle para mantener las normas de la FIFA, pero dejando clara la diferencia existente entre una selección y otra no reconocida como estado independiente por el gobierno español.

Marcador surrealista

Donde se vio con más surrealismo ese afán fue en el uso de los rótulos, tanto al anunciar las alineaciones (SPAIN y kosovo), como en el clásico marcador del partido situado en el vértice superior izquierdo (ESP-kos). Esa utilización de las mayúsculas y minúsculas, también incluida en las recomendaciones del Gobierno, fue un recurso bastante chapucero.

Uno de los momentos más esperados era el de los himnos. En este caso se optó por una solución muy genérica. Ni se citó a España ni a Kosovo. «Los himnos del partido» fue el giro escogido. Cero riesgo. En primer lugar sonó la melodía del rival de la Roja; después llegó el turno español, en este caso sin la clásica imagen de Sergio Ramos entre los once elegidos mirando hacia al cielo.

No hubo ni un solo representante del Madrid en la alineación de Luis Enrique. Pero eso era lo de menos. Tampoco importaba demasiado el juego sobre el césped en un partido que ya se presumía sencillo para España ante el rival más flojo del grupo, la selección número 117 de la FIFA, la exprovincia serbia en la que muchos ven un ejemplo para los sueños del independentismo catalán.

Los jugadores de Kosovo, en un entrenamiento en Sevilla. / EFE

España no presentó en su momento petición alguna para evitar a Kosovo en el sorteo de la fase de clasificación del Mundial, algo que sí hicieron Serbia, Rusia y Bosnia. En la ceremonia, a los kosovares les tocó el grupo A, pero ya estaba Serbia allí y se movió al B, donde estaba la Roja. El conflicto estaba garantizado ante un país que forma parte de la FIFA desde 2016 y se declaró independiente de forma unilateral en 2008 con el apoyo de EEUU.