--¿Le sigue gustando el fútbol tanto o se ha cansado?

--No, no. Yo de fútbol no me canso. Lo veo de distinta forma que antes, eso sí. Ahora escribo para El Correo cuando juega el Athletic y veo mucho fútbol de todos los países, inglés sobre todo.

--Hace ya muchos años que no ejerce de entrenador, prácticamente desde que salió de Zaragoza en el 2002. ¿Fue una decisión meditada o algo que determinó con el paso del tiempo?

--Al principio prefería estar tranquilo una temporada. Tuve sitios para ir pero preferí esperar, y luego las cosas que me salieron eran para sitios a los que no me apetecía ir. No quiere decir nada, sigo teniendo esa cosa que llevas dentro siempre. Eso no lo pierdo, me encanta el fútbol.

--¿No se siente exentrenador?

--No. Nunca sabes qué puede pasar. Desde hace tiempo ya no tengo ni representante, pero nunca puedes decir un no rotundo porque siempre hay la posibilidad de que llegue una cosa que te atraiga mucho. Yo estoy al día, de los equipos, de los entrenamientos...

--¿Se acuerda del año que metió al Zaragoza en la Champions?

--Sí. Me dio muchísima pena que al final no se pudiese jugar. No me pareció bien, pero tampoco hubo muchas réplicas ni nada. Podían haber hecho como hicieron luego en Inglaterra con el Liverpool. El cuarto fue directo a la Champions y el Liverpool, que había sido campeón de Europa, le dejaron jugar la Champions aunque empezando en la previa.

--Tenía un equipo intenso, con calidad y mucha pegada. Con Milosevic, con Juanele, con Yordi...

--Y con gente de medio campo con calidad. Estaban Aragón, Garitano, Acuña... Ya no estaba el Kily, que me gustaba mucho, y se había ido también Gustavo López, dos grandes futbolistas. Pero hicimos un año muy bueno. En cualquier sitio podíamos ganar, en cualquiera. Lo sentía yo y lo sentían los jugadores.

--Eso mismo contó Juanele en estas páginas, que se sentían capaces de ganar en todos los campos. También dijo que usted había sido uno de los entrenadores que mejor le había entendido.

--Lo agradezco mucho. Con los jugadores siempre he tenido una buena relación. Yo les marcaba una línea a seguir a principio de temporada. Si no les fallas, ellos tampoco. Muchos dudaban al principio de Juanele, pero yo lo conocía, sabía que era un buen jugador. Cuando hay calidad, todo se puede mejorar. Luego hizo una gran temporada.

--¿Se ha enterado de lo que le ha ocurrido en los últimos años, con su paso por la UCI y por la cárcel?

--Sí. Sé que algún compañero había estado con él, animándole en momentos puntuales, y que ahora estaba bastante mejor. Me alegro por él porque es buena gente. Pero cuando tienes esos problemas, todo es difícil.

--Él dice que cuando era jugador ya tenía esos problemas de bipolaridad, pero que no se dio cuenta hasta que dejó el fútbol.

--Me acuerdo de que se comentaba que tenía algunos problemas, pero le puedo decir que el tiempo que yo estuve con él se portó fenomenal.

--El inolvidable compañero de ataque de Juanele era Milosevic. ¿Es el mejor delantero que ha tenido?

--En cuanto empezó a entrenar ya me di cuenta del jugador que era. Le gustaba entrenar, además. Iba con la selección, volvía y enseguida se ponía a entrenar. Un pedazo de jugador. Las dos temporadas que estuvo fueron extraordinarias. Yo sabía que era un gran futbolista, pero es que mejoraba día a día, ganaba confianza... Así que después de la segunda temporada todos los equipos se lo querían llevar. Es uno de los mejores delanteros que he visto. Aparte de hacer goles, él tenía calidad. Sabía jugar de espaldas, la daba, apoyaba, trabajaba...

--¿Hubiese descendido el Zaragoza con usted en el banquillo?

--No soy de presumir, ya me conocéis allí que no soy de decir cosas mías. Pero no habría bajado. No estoy seguro, estoy segurísimo. Y no es que fuera un problema de Luis Costa, que es un gran entrenador y una gran persona. Luego lo dejó y entró Marquitos al final. Cuando yo me fui, de verdad que se estaba trabajando bien. Estaba muy unido con los jugadores y no íbamos tan mal. Llevábamos 23 puntos y no había acabado la primera vuelta. Cuando me fui yo, se ganó el primer partido al Rayo y luego solo uno más en toda la temporada. Luis hacía todo lo posible, pero vio algunas cosas y prefirió dejarlo.

--¿Cedió el club a la presión del 'Chechu, vete ya'?

--Sí. Además, fueron solo dos partidos, y uno, encima, lo ganamos.

--¿Se refiere al día del famoso penalti de Acuña, que la gente gritaba mientras iba a lanzar?

--Sí, ese. Pero, claro, había esa gente detrás de la portería... Hay mil o dos mil personas que gritan en un campo, pero es que en el estadio hay treinta y tantos mil que no dicen nada, que no opinaban igual. Por lo demás, yo estaba encantado con la gente de allí. En la calle fue todo fenomenal siempre, pero es cierto que aquello pasó factura.

--¿No tenía ganas de marcharse?

--Yo tenía ganas de seguir. Ya había hablado con Savo Milosevic para que volviera. Él me tenía mucho aprecio y ya había dicho que volvía porque estaba yo, eso lo saben en el club. Pero, bueno, el club me dijo de salir y yo no dije nada. Yo estaba convencido de que no íbamos a pasar problemas. Lo mismo pensaban todos los jugadores. ya sé que está mal decirlo uno mismo, pero estoy segurísimo, además.

--¿Se fue injusto con usted?

--Hay muchos que cuando se van de un equipo se quejan de que no los han tratado bien. A ver, esto es fútbol, es la vida, y no pasa nada. Bueno, sí pasa porque me dolió mucho, me fui con tristeza, me dejó mal en muchos aspectos. Me dejó mal la forma en que se produjo, más que nada por la familia, que aquellos días lo pasó muy mal. Yo soy fuerte y, aunque no lo había padecido nunca, sé cómo es el fútbol y ya está. Pero no reprocho nada a nadie, ni al club ni a la afición. A nadie.

--Desde su marcha, exceptuando alguna temporada puntual, el Zaragoza ha llevado un proceso de desintegración. ¿Qué percepción tiene desde la distancia?

--No ha estado a buen nivel. En aquella época, como solía tener grandes jugadores y hacía buenas temporadas, la gente era muy exigente. Ahora la afición entiende que hay que tener un poco más de tranquilidad.

--¿Y esta temporada?

--Yo le deseo lo mejor siempre, de corazón. Veo que la gente va al campo, que anima y empuja. Eso es muy importante. Si no le animan es todo muy complicado. Mire el año pasado cómo animaron y lo que se consiguió desde una situación tan mala. Esta temporada le he visto cosas positivas, aunque anda corto de jugadores. Deberían coger a alguien de centro del campo.

--Ha cambiado el juego tanto como el club. Usted, pese a alguna tirantez, siempre mantuvo una buena relación con Soláns.

--Bueno, no tanto como tirantez. Solo que yo quería traer a un jugador y él no. Pero Alfonso Soláns es una persona sensacional en todos los aspectos. Le tengo mucho aprecio. Y si me hubiera traído un par de jugadores más, no veas... (risas). Pero, bueno, daba para lo que daba.

--Los futbolistas que estuvieron en esa etapa en Zaragoza hablan muy del club, del buen ambiente que había y de la seriedad.

--Claro. Yo estuve encantado allí. Y si volví fue por todas esas cosas. Y, claro, me quedó la tristeza. No es rencor, arrepentimiento o algún otro adjetivo. Es tristeza. Cuando me acuerdo de aquellos últimos días en Zaragoza, la sigo teniendo.