La playa de Laga. O Mundaka. Subir un puerto, cruzar Gernika y decidir. Este u oeste. Unos quince minutos y ya estás frente al mar. Ese olor a salitre, la arena pegajosa, el viento revolviendo el cabello y la montaña verde atrás se remueven en los párpados cerrados de Xabier Etxeita Gorritxategi. Ese es su Euskadi en la nostalgia, lo que le falta en Huesca. Pocas semanas hace que se despidió de su casa de Amorebieta para vestirse de azulgrana. Unos 20.000 habitantes, entre Bilbao y San Sebastián, y a 15 kilómetros de Lezama. «Siempre he vivido allí. Es el típico pueblo vasco», dice el central de Leo Franco que este lunes vuelve a casa, a San Mamés, sin ánimos de revancha, pero sí entre amigos y lleno de recuerdos, con ganas de lograr el segundo triunfo para su equipo, la SD Huesca.

El calendario le ha querido acercar a esa playa. Concentración en Vitoria, partido en Eibar y ahora regreso a Bilbao. Con permisos para acercarse al caserío familiar, parece que no ha salido de Euskadi. Pero sí lo ha hecho, porque Eduardo Berizzo, entrenador del Athletic, fue claro con él. No iba a jugar. Renovado en enero, la solución que le dio el club fue una cesión y apareció la SD Huesca. «Salir es un reto para mí mismo, para retomar el protagonismo en el fútbol, luchar por otros objetivos, retos que no los tenía en el Athletic».

Amante del Pirineo, como tantos vascos, hace un par de fines de semana, aprovechó un descanso para poner rumbo a su infancia. Subió Monrepós y terminó por Jaca, allí donde iba con sus primos hasta que el fútbol lo permitió. «Ellos tenían casa en Jaca e íbamos a esquiar a Candanchú y a Somport. El otro día quise acercarme otra vez solo. ¡Qué ambientazo! Y cuántos vascos. Me reconocieron bastantes», desvela Etxeita.

la relación con intxausti

El monte está en el ADN de muchos vascos que en la Jacetania encuentran su techo en el fronterizo Hiru Errege Mahaia o Mesa de los Tres Reyes. Si el fútbol no se lo impidiera, Etxeita se ataría esas otras botas de senderismo para ascenderlo con sus padres o sus amigos. O mejor tirar para arriba en bici, para cubrir la Quebrantahuesos «y picarme con Luis Enrique», bromea el zornotzarra. Subir y bajar al caserío le hizo un apasionado de la bici «y no se me daba mal». Amigo del corredor del Sky Beñat Intxausti, también de Amorebieta («vive justo al lado de mis suegros»), quizá si la pelota no le hubiera atrapado ahora lo tendríamos tirando del pelotón.

Pero a los 16 años ya había debutado en Tercera con el Amorebieta y tuvo que colgar sus sueños junto al manillar. Entonces era mediapunta. El Athletic lo fichó en el 2006. No había paso atrás. Fue entonces cuando Kike Liñero le probó en el centro de la defensa con el ‘B’. «Me sentí bien y me adapté pronto y ya volver a subir para arriba es complicado», repasa ya en la treintena. Debut en Primera y salida a curtirse en Segunda. Primero Cartagena y luego tres años, con ascenso incluido, en Elche antes de regresar a ‘La Catedral’ en el 2013.

En el Athletic ha podido cumplir su sueño de niñez. Ganar una Supercopa, dos finales de Copa del Rey, jugar en Champions, ser centenario (140 partidos), pero alternando fases de titular, sobre todo con Ernesto Valverde, con otras de honda suplencia: «Cuando he estado en lo más alto, he podido jugar la Champions, he ganado una Supercopa o he ido a la selección, siempre he sido consciente de que tenía que seguir trabajando en el día a día porque el fútbol da muchas vueltas para lo bueno y lo malo».

Lo bueno o lo mejor. Aunque le fastidiara la siesta un tal Vicente del Bosque. La llamada fue un ‘whatsapp’. «Estaba en la siesta. Empezó a sonar el teléfono. Tenía muchos mensajes. Se lo comenté a mi mujer y no nos lo creíamos. Fue un reconocimiento a mi carrera. Es para sentirse orgulloso y más en una selección tan importante como la española». El día del Pilar del 2015, formando pareja con el madridista Nacho, debutó con ‘La Roja’ en Kiev (0-1) tras ser convocado a última hora por la lesión de Íñigo Martínez.

INTERNACIONAL CON ESPAÑA

Ese fue su único partido como internacional hasta el momento. Quizá una buena temporada en el Huesca puede hacer que, ese pique de la Quebrantahuesos, se haga realidad con Luis Enrique con otra llamada. Etxeita estaría encantado más allá de otros condicionantes. «Al final el fútbol es mi pasión, pero también mi profesión. La profesión es siempre la profesión y en este sentido yo no he tenido ningún problema con ir a la selección española», advierte el defensa de la Sociedad Deportiva Huesca.

Etxeita repasa su carrera y, aunque lo suyo sea evitarlos, recuerda sus goles. Algunos vestidos de alegría, como ese de cabeza en Cornellá para meter al Athletic en la final de la Copa del Rey. Otros se recubren de tristeza. Como el último, ante el Alavés, que dedicó a su amigo Ibon Urrengoetxea ‘Urren’, asesinado por unos atracadores adolescentes la pasada Navidad en el Casco Viejo de Bilbao. «Lo conocía de toda la vida. Había jugado al fútbol en Segunda División B y coincidimos en el Amorebieta. Fue un chico que siempre intentó ayudarme, siempre apoyándome. Tuve la suerte de poder meter en el siguiente partido y dedicárselo», lamenta el central.

El gesto cambia en su cara. Porque la anécdota buena llega con el primer tanto en la Liga. Hace ya años. Un 23 de mayo del 2009. «¿Sabes a quién se lo metí? Fue contra el Atlético y el portero era Leo Franco. Lo recordé hace poco gracias a una entrevista. Se lo comenté a él pero no se acordaba», explica el defensa con una sonrisa.

Quizá el próximo sea este lunes en San Mamés. Si no es así espera que llegué con la camiseta de la SD Huesca. Lo que sí sabe seguro es que llevará dedicatoria especial. Será para Jule, la retoña de apenas un mes y medio que anda por casa y, obvio, nació en Bilbao. La segunda de la familia. Juntos se escondieron en Cambrils en verano, esperando el parto y buscando calma y anonimato. En otra playa. En esa que aparece en la retina de Etxeita con su olor a salitre y su monte verde. En su querido Euskadi.