Las lesiones y el rendimiento han puesto el foco en dos puestos esta temporada en el Casademont Zaragoza, el de base y el de pívot. Tras varios retoques parece que al fin todas las piezas encajan, la última en llegar también. Jacob Wiley está ofreciendo un rendimiento inmediato, sumando un crédito de valoración cada minuto jugado, y ha elevado la energía y la intensidad del equipo aragonés. Junto con Elias Harris cambia definitivamente la configuración y potencial de la plantilla. Frente al Joventut ambos fueron los máximos anotadores del Casademont con 21 puntos cada uno.

Wiley es diferente a lo que tiene y ha tenido el Casademont en el cinco esta temporada. Mide menos centímetros (2,03) que Jason Thompson (2,11), que Javier Justiz (2,10) y, por supuesto, que Triggvy Hlinason (2,16) y eso le permite una mayor movilidad al tiempo que puede darle algún problema. Por ejemplo, el sábado frente a Ante Tomic. Pero no solo tiene energía para colgarse del aro cuando hace falta, también puede jugar a media distancia y es el primero en correr la pista pase lo que pase, sin despistarse por nada. Sus saltos, sus gestos, son de los que contagian y transmiten a la grada, ahora tan vacía.

A su calidad y cualidades contribuye otro factor para que su rendimiento haya sido inmediato: las ganas de jugar. Wiley llevaba desde diciembre con el contrato suspendido por el Gran Canaria después de que se contagiara de covid-19 en una concentración con la selección de Macedonia que, para colmo, le impidió jugar la ventana FIBA correspondiente y obtener así el pasaporte comunitario. Se quedó sin sitio en el conjunto de Fisac, con el que jugó su último partido el 11 de noviembre y desde entonces solo pudo volver a la pista precisamente con Macedonia en la última ventana.

Así que Wiley solo buscaba la manera de volver a jugar, lo que facilitó el acuerdo con el Casademont Zaragoza hace apenas diez días. Desde entonces ha jugado ya tres partidos con la camiseta aragonesa y en los tres ha brillado. Debutó recién aterrizado, como quien dice, en Sevilla y logró 13 puntos y 2 rebotes para 13 de valoración en 12 minutos de juego, más de un crédito de valoración por minuto. Después voló a Cerdeña y debutó en la Champions con otros 13 puntos, 4 rebotes y 20 de valoración en 20 minutos, de nuevo un crédito de valoración por minuto. El sábado subió hasta los 21 puntos y 10 rebotes para 27 de valoración en 26 minutos.

A la tercera

No es de extrañar pues que Jacob Wiley hubiera sido objeto de deseo del club aragonés primero en verano, después cuando el rendimiento de Thompson no terminaba de llegar a lo esperado y, finalmente, cuando el norteamericano pidió salir del equipo hace unas semanas. Que estuviera en tanteo primero (el Gran Canaria igualó la oferta del Joventut en verano para quedárselo) y que no pudiera obtener el pasaporte después impidieron que Wiley vistiera de rojo antes.

Por fin se han dado todas las circunstancias para que ambas partes unieran sus caminos y, de momento, el cambio no puede ser más satisfactorio para ambas partes. El jugador ha conseguido por fin volver a la dinámica de competición y el club ha conseguido dar el último retoque que necesitaba la plantilla. El equipo ha recibido un último chute de energía, imprescindible para afrontar lo que queda, nada menos que la parte decisiva de la temporada.