El fallecimiento de Bjor Lambrecht, ocurrido el lunes durante la disputa de la tercera etapa de la Vuelta a Polonia, vuelve a abrir el debate sobre la seguridad en el ciclismo y dónde están los límites en un deporte que siempre ha vivido rodeado de la épica que hace más grandes las victorias si se consiguen bajo condiciones adversas. El fatal accidente de la joven promesa belga, de solo 22 años, un magnífico escalador, ha reafirmado el acierto del Tour al suspender la parte final de la decisiva etapa alpina, que transitó por el Iseran, debido a una granizada que dejó la carretera intransitable, y de no haberse cancelado, hubiese puesto a los corredores y al resto de la caravana en una situación de enorme riesgo vital.

La muerte de Lambrecht vuelve a escenificar que el ciclismo es un deporte de riesgo ya que una caída, como por desgracia ocurrió el lunes, puede tener un resultado de muerte. En los últimos 50 años, 17 ciclistas han perdido la vida en percances ocurridos en competición. Sin embargo, esta lista se amplía con las muertes sucedidas en la carretera por culpa de los atropellos de los coches y múltiples incidentes que se producen cada año, que van desde lesiones graves a simples rasguños, y no solo entre los ciclistas que se ganan la vida practicando este deporte, sino sobre todo entre cicloturistas.

El accidente se produjo en el kilómetro 49 de la tercera etapa de la ronda polaca, en un momento en el que llovía con fuerza pero que tampoco se circulaba con la tensión propia de los instantes en los que se decide la competición. Al parecer, el corredor belga se fue al suelo por culpa de una alcantarilla. Aunque fue evacuado de inmediato al hospital, los médicos no pudieron hacer nada para salvarle la vida y falleció en la mesa de operaciones. Pero ni antes, ni ahora, ni después, se suspenderá una carrera por culpa de la lluvia, mientras no se confirme que la carretera es impracticable. «La carretera era intransitable. No se podía circular y además, como ocurrió, había el riesgo de desprendimientos», ha repetido varias veces Christian Prudhomme, director del Tour, desde que el viernes 26 de julio canceló la antepenúltima etapa de la ronda francesa después de que la cabeza de la prueba, con Egan Bernal al frente, coronase la cima del Iseran.

MÁS VALLAS EN LA VUELTA

La ronda española es la próxima gran cita de este deporte, carrera a la que pensaba acudir Lambrecht por segunda vez. La organización ha incrementado al máximo las medidas de seguridad al señalizar todas las curvas peligrosas con las que se pueden encontrar los corredores a lo largo del recorrido de una etapa y más vallas en las zonas en las que se espera una mayor afluencia de aficionados, así como indicaciones en tramos en los que se estrecha la calzada o se entra en rotondas.

«Los niveles de seguridad en las grandes carreras están más altos que nunca y, además, existe un protocolo climático para aplicarse de forma inmediata tras una rápida reunión entre los comisarios de la prueba, la organización, los equipos y los representantes de los corredores», explica Javier Guillén, su director.