Los padres y madres de los jugadores y jugadoras de la Escuela Waterpolo Zaragoza denuncian la situación en la que se encuentra el club aragonés en la actualidad. No tienen piscina propia y como ahora la de Bomberos está cerrada se ven obligados a entrenar en piscinas municipales, cumpliendo «escrupulosamente», según apuntan, un aforo limitado que solo permite tres jugadores por calle.

El club cuenta con un equipo benjamín, un alevín, un infantil femenino, un infantil masculino y dos conjuntos femeninos en categorías nacionales: el de División de Honor y el de Primera División. Los afectados no entienden «cómo el Ayuntamiento de Zaragoza pide a la DGA que no cierren los centros deportivos y ellos cierran Bomberos, que depende exclusivamente del ayuntamiento».

También explican que «se paga el mismo agua teniendo tres o diez nadadores», porque «el alquiler no se ha rebajado». Han solicitado que se haga este descuento, pero todavía no tienen respuesta. «Esta situación está llegando a ser insostenible, hace que los chicos estén a veces durante una semana y media o dos sin poder meterse al agua», reclaman.

La polémica llega por el cierre de la Piscina de Bomberos y quieren «poder entrenar en condiciones». «Al igual que el club de fútbol de Segunda División utiliza La Romareda, el de baloncesto de la ACB utiliza el Príncipe Felipe o el de fútbol sala el Siglo XXI, nosotros dependemos de la Piscina de Bomberos», aseveran y especifican que «si fuese un deporte mayoritario se haría todo lo posible para evitar la desaparición».

Esta carta la enviaron los padres del club al director general de Deporte del Gobierno de Aragón, Javier de Diego, al concejal de Bomberos, Alfonso Mendoza, a la concejala de Deportes, Cristina García, a Zaragoza Deporte Municipal y al Justicia de Aragón. La mandaron el 9 de febrero y todavía no han obtenido respuesta.

Solo la dio el Justicia, que contestó que se dirigirían al Ayuntamiento de Zaragoza. El club pide explicaciones y, sobre todo, poder volver a utilizar la Piscina de Bomberos, porque «en poco tiempo puede que tenga que desaparecer y dejar a decenas de niños sin poder practicar este deporte», concluyen los afectados.