El empate en Reus no fue bueno porque si la jornada y sus resultados favorables le dieron ese barniz, también podría invertirse la interpretación de haberse conseguido la victoria: el Real Zaragoza contaría con cinco puntos sobre su mas inmediato perseguidor, el Real Oviedo, un colchón de seguridad frente a dos compromisos tremendos con Sporting y Cádiz. No pudo ni quiso buscar ese triunfo con sinceridad táctica ni futbolística. En ambas cuestiones se arrugó e hizo crecer a su rival pese a adelantarse en el marcador. Las aguas pasadas no mueven molino pero sí dejan posos didácticos que el conjunto aragonés, un equipo en constante aprendizaje, debería tener muy en cuenta.

Lo importante es ganar. Nadie puede remar contra esa corriente de opinión que a estas alturas de la competición suma fieles a puñados que defienden el fondo por encima de la forma, el popular y engañoso "como sea". El Real Zaragoza va a necesitar su mejor versión posible para luchar por un playoff al que ha llegado evolucionando día a día hasta que tuvo como cumbre aquella exhibición de primer nivel ante el Huesca. No le servirá el perfil exhibido el pasado fin de semana, en absoluto. Ha de recuperar el tic de ambiciones colectivas, para lo que será imprescindible la vuelta de ciertas individualidades imprescindibles por su potencial, carisma y talento.

Que Cristian Álvarez y Borja Iglesias (tambiénEguaras) sigan iluminados es innegociable. De la defensa en general se puede esperar cualquier cosa, en función de lo que sea exigida. El caso de Lasure, su mal partido en Reus, fue lo que más chirrió porque su rendimiento había sido notable, el más regular de esa línea. El lateral tuvo una mala noche, la peor, coincidente con que Guti tampoco le escoltó demasiado o casi nada. Sobre Lasure no hay sospecha: estará de vuelta para la visita del Sporting porque es un tipo capacitado para regenerarse en poco tiempo.

Por el centro del campo pasta la madre del cordero. Esté como éste, que no está mal sino todo lo contrario, la titularidad de Alberto Zapater es una cuestión de estado. Javi Ros, con sus estusiasmo, correcta implicación y disciplina, no pude desplazar jamás al capitán, y menos en esta recta final. Tampoco sería relevo para Guti, pero en ese punto Raúl se halla en una encrucijada: ser un trotón e impreciso fancotirador para aplauso de la grada o dar ese paso hacia delante de jugador con mucha más calidad y prestaciones en sus botas, con capacidad y cualificación para asumir la presión que está viviendo y le asfixia y la que se le viene encima. El Real Zaragoza agradece su fortaleza física pero le suplica la mental.

El tercer hombre, Pombo. Se ha ido de excursión en plena batalla. Las causas, los ramalazos del genio. Inadmisible para su equipo y para su propia carrera. Este es el momento de que imprima bien el gol y la llegada que adquirió como delantero flotante o, en el caso de actuar en esa cabeza del rombo a la que ni Febas ni Papunashvili dan el lustre competitivo suficiente, ejerciendo con personalidad de enganche de Iglesias y Toquero. El Real Zaragoza pide a gritos a Zapater, Guti y Pombo en estado de gracia. La revolución de los canteranos fue el génesis de un conjunto ganador y lo será para la consecución de un puesto para la promoción de ascenso. No como sea, sino como debe ser.