De momento Movilla, José Mari y Paredes han ido a una en su decisión de demandar, pero la situación de cada uno es diferente, con sus matices en cada caso. De entrada, la más crítica parece la de Movilla, la que el Zaragoza y Pitarch consideran más difícil de resolver, ya que el grado de enfrentamiento entre las partes es notorio, lo mismo que el enfado y la amargura del centrocampista madrileño con la forma de proceder de los dirigentes, lo que hace que su postura sea la más beligerante. A Movilla le resta esta temporada y otra más y, de momento, en su caso es el único que se vislumbra con cierta nitidez el despido como final. Al menos, en el Zaragoza. Mientras, con José Mari y con Paredes el club estima que se llegará a un acuerdo.

El agente de Paredes, Manuel García Quilón, estuvo el jueves por la noche en las oficinas del club reunido con Pitarch y con el propio Paredes. En ese cónclave, que duró más de dos horas, la posición del futbolista es pedir lo que le resta de contrato (hasta junio) para salir, algo a lo que el club no está dispuesto, ya que lo que quiere es ahorrarse la ficha de los tres desde enero hasta junio para junto con las salidas de Porcar y Ortí reducir la masa salarial en más de medio millón de euros. Ayer Quilón admitía a este diario las tensiones entre las partes, pero no negaba que se podía llegar a un acuerdo para poner fin a la etapa del capitán zaragocista en La Romareda. La próxima semana debe haber novedades al respecto.

EL OTRO CASO La situación menos enrevesada es la de José Mari. De hecho, en el entorno del centrocampista se quiere diferenciar mucho su posición de la de Movilla y Paredes, aunque también haya demandado. No hay, como en los otros casos, una declaración oficial, pero el agente del jugador y el club seguirán hablando la próxima semana en busca de una solución --le queda año y medio de contrato--, hay algún equipo interesado en él y la negociación con el Zaragoza no está enrarecida.