Los entrenadores de Segunda División llevan años diciendo que hay poco que esconder a los rivales. Recurren habitualmente a aquello de «aquí nos conocemos todos» para explicar no solo la igualdad entre los equipos sino el trabajo de investigación que se hace sobre el rival. Hoy en día se ven todos los partidos, se repasan vídeos de los enemigos, se preparan cortes a los futbolistas para que entiendan las fórmulas adversarias. No hay opción para las sorpresas, dicen. Después hacen como el Huesca y el Zaragoza. Cierran las puertas para desconcertar al rival con un movimiento de piezas que se supone maestro, al menos alguno que haga pensar al contrincante en el qué será.

De algo sirve al colegir los argumentos de ambos entrenadores. En Zaragoza, Natxo González admitió que no tenía ni idea de qué tipo de partido se iba a encontrar en Huesca, más allá de esperar un rival combativo e impetuoso, sobre todo en los primeros minutos. No dio ni una pista el entrenador blanquillo, que solo adelantó que no abandonará su estructura habitual de juego. Cambiarán algunas piezas, eso sí. En los perfiles elegidos por el vitoriano se entenderán las variantes que introduzca el conjunto visitante para trastocar los planes opuestos.

No dijo casi nada Natxo González, está visto, más allá de garantizar que se mantendrá fiel a su ideario. A 70 kilómetros, Rubi sí admitió sin problemas que aparacerán algunos cambios en los dos equipos, aunque tampoco especificó los propios. «Algún detallito», dijo. Sí espera que Natxo González prepare «alguna cosa diferente dentro de su idea de juego», explicó el catalán, que precisó: «La diferencia la tienen que marcar los jugadores. El equipo que tenga a los suyos más acertados será el que se lleve el partido».

El Zaragoza se entrenó a puerta cerrada el viernes y ayer abrió un cuarto de hora a la prensa. Poca cosa, solo dejó ver trabajo físico. Ni una jugada de estrategia, ni por supuesto nada parecido a lo que pueda ser la alineación. Hoy habrá más de lo mismo. En Huesca, este fin de semana se entrena a puerta cerrada, una medida excepcional para un club que trabaja siempre a campo abierto, sin apenas restricciones para los medios de comunicación. Quiere esto decir, como reveló su entrenador, que habrá algunas variantes ante el Zaragoza. «Viene un gran equipo con muchos recursos. Tienen banquillo, juego directo, de elaboración, contraataque… Tendremos que hacer un muy buen trabajo defensivo para minimizar al rival. Ellos quieren ser protagonistas siempre, igual que nosotros. Por eso será un partido espectacular para vivirlo. Ojalá no fallemos».

Se cuenta en la capital altoaragonesa que el hombre que más preocupa es Borja Iglesias, y se buscan fórmulas para tratar de apagar su combustión en la zona de ataque. Se espera algún detalle nuevo por ese lado de Rubi, que admitió que al final el fútbol es de los jugadores: «Más que las tácticas de los entrenadores creo que serán los jugadores los que puedan decantar el partido porque son los que deciden las jugadas. Nosotros podemos aportar cosas, pero al fin y al cabo ellos están allí».

Cuando se habla de la importancia del encuentro, la lectura no es la misma en los equipos. En Huesca ya dijo Rubi en una entrevista concedida a Aragón TV que el resultado no iba a afectar a su equipo, que marcha en la quinta posición de la tabla con 20 puntos y miras crecientes. Está en sus mejores números, y en un estupendo momento de forma, el mejor de su historia. No es lo mismo en el Zaragoza, que atraviesa por cierta depresión después de sumar tres empates consecutivos y alejarse de los puestos altos de la tabla. Una derrota sería cruel para los blanquillos, que podrían quedar a un paso de la crisis con un promedio de puntos de descenso. Nadie piensa en el fracaso, no obstante, ni en un lado ni en otro. Contra ello se combate en secreto.