Se unieron al Fénix en la misma temporada, hace seis años, cuando el equipo todavía peleaba cada curso por la permanencia en la División de Honor B. Ahora, con objetivos más ambiciosos, Jorge Molina y Gauthier Viriot han cumplido 100 partidos con el equipo, los dos juntos de nuevo. El francés llegó a la Universidad San Jorge para estudiar fisioterapia, como muchos otros estudiantes de origen galo, y como ya jugaba al rugby en su país de origen se animó a apuntarse al club zaragozano. Molina, por su parte, venía de jugar en Hungría, Portugal y antes en Valladolid, donde se crió.

El delantero, a la izquierda en la foto, recuerda que su primer partido fue «contra el La Vila, justo el año que subió a Primera, y además fuera, el autobús salió a las tres de la mañana para jugar allí, perder y volver». Uno de los desplazamientos más largos que para el ahora primera línea significaban también los momentos más duros: «Cuando empecé yo con el Fénix, que el equipo era prácticamente también novato en la competición, ibas a esos partidos contra el líder indiscutible a perder de lo menos posible», asegura.

Con él coincide Viriot, Goti para sus compañeros, como apunta Molina. El medio melé galo, a la derecha en la imagen, explica que el equipo empezó «con prácticamente todos los jugadores españoles, solo tres franceses» y jugaban «para mantenerse». «Perdíamos más que ganábamos, pero teníamos muy buen grupo de amigos y muy buen ambiente», hace memoria Viriot, que no estaba acostumbrado a pelear en esa zona baja de la clasificación cuando llegó.

Pero ahora la situación es otra, Molina compara su primer partido con el último de la temporada pasada, contra el mismo rival, en el que el Fénix consiguió la victoria a domicilio y se clasificó para los playoffs, dejando fuera de estos al La Vila. El primer partido del galo, por contra, fue en Barcelona, pero no es ese el mejor recuerdo que tiene con su actual club. «El mejor momento fue el primer partido de las fases de ascenso que jugamos, contra el Burgos, delante de mi familia y de alrededor de 2.000 personas», dice.

También es ese día el que recuerda con más cariño Molina, que asegura que fue «algo muy importante» para el equipo y que además hicieron «muy buen partido». El delantero también tiene en la memoria «el año cuando el equipo ganó la Liga en casa, quedando primero de grupo». Los dos han recorrido los campos de División de Honor B durante estos seis años y durante estos han contribuido a la evolución del equipo.

Ahora, Viriot está en su último año de carrera en la Universidad San Jorge pero, contento en España, tratará de quedarse en Zaragoza por lo menos dos años más, dando continuidad a su juego en el equipo. Proveniente de un país de rugby, el nueve prefiere el juego de la península porque quiere «jugar para hacer deporte» y no para pelearse, hay demasiada competitividad en el juego francés. El Fénix se ha convertido en su «segunda familia» y no parece querer marcharse. Tampoco Molina. Ahora que el objetivo del equipo «es estar entre los tres primeros puestos, que dan acceso al playoff», apunta, quiere contribuir a luchar por ello.