Garbiñe Muguruza tenía apenas ocho meses cuando Conchita Martínez ganó en Wimbledon en 1994 en aquella final contra Martina Navratilova. Era la primera tenista española que lo conseguía y han tenido que pasar 23 años para que llegara una heredera. La capitana de la Copa Federación y la Copa Davis está feliz por tener al fin una sucesora sobre la hierba. No solo eso, también por haber estado a su lado ayudándola en el torneo. «Estoy contentísima. Ser parte de este triunfo es algo muy especial. Es un orgullo que ella haya pensado en mí, que haya contado conmigo».

Era una cuestión de superstición. Conchita (Monzón, 1972) estaba convencida de que se llevaría el título. «Después de que ganara en Roma, como hice yo aquel año, pensé: ‘Vamos a por ello’ y cuando vi que iba a jugar contra Venus Williams, que tiene 37 años, los mismos que tenía Navratilova en mi final, creí que esta locura estaba escrita». Las coincidencias no llegan a más. En la pista, Conchita y Garbiñe tienen muy poco en común. Les une el título, pero poco más, por mucho que hayan trazado una ruta idéntica.

«Somos completamente distintas. Garbiñe es una jugadora de mucha fuerza, mucha potencia y puede anticiparse a la pelota e ir a por ella. Es agresiva y puede subir a la red. En la final fue muy valiente. Jugó cada punto sin rendirse», dijo Conchita, recordando que «eso, mentalmente, demuestra su fortaleza. Jugar así ha hecho que sus rivales se rindan. Debería continuar con esa actitud».

Después de ganar Wimbledon, no ve límites en Muguruza. «¿La nueva jefa del tenis? Eso espero. Ahora tiene la experiencia y ha demostrado que, a pesar de los altibajos, lleva dos años consecutivos ganando un Grand Slam. Esos ya los tiene en el bolsillo. La clave es tratar de seguir con las rutinas, trabajando duro, y buscar la consistencia en la medida de lo posible. Centrarse en cada torneo que juegue». Tiene, como ha recordado Conchita, «madera de campeona».

Ahora le tocará disfrutarla desde otro sitio. «Ella tiene su entrenador (el francés Sam Sumyk) y yo estoy ocupada con la Davis y la Copa Federación. Me gusta entrenar, es de lo que más disfruto, estando en la pista, corrigiendo, trabajando....», comentó Conchita, orgullosa del camino trazado. «Se pasan muchos más nervios como entrenadora», admitió.