"Inconformismo del gobernador Granados hace que Patriotas Fútbol desista de la contratación de Braulio Nóbrega". Ese mensaje publicado ayer en la cuenta de Twitter del citado club colombiano puede resumir la situación en la que se encuentra el exjugador del Real Zaragoza, que anda en busca de un equipo en el mundo que sea capaz de aceptar su pasado. No parece fácil. Solo en esta semana se había asegurado su contratación por dos conjuntos colombianos (el otro era el Millonarios) y ambos se echaron atrás cuando el juicio llegó a la calle. El rechazo es manifiesto pese a que Braulio insiste en que el pasado no le debe importar a la gente. "Ya pagué por eso, estoy cansado de hablar del tema", dijo ayer en Bogotá, consciente de que sus opciones de jugar allí son nulas.

Braulio fue detenido en septiembre del 2011 por la Guardia Civil en el entrenamiento del Real Zaragoza en la Ciudad Deportiva. Desde entonces, se ha convertido en un futbolista errante. Salió disparado de Zaragoza en cuanto se supo que había sido denunciado por cuatro mujeres, se escondió unos días en Madrid, trató de recuperar su fútbol en Cartagena y pasó otra temporada en el Hércules. La última campaña la jugó en el Johor Darul Takzim malasio, esperando que el tiempo borrase memorias.

Su tormenta comenzó el 21 de septiembre del 2011, dos días después de que una vecina de Cuarte de Huerva denunciara ante la Guardia Civil haber sido víctima de una agresión en plena calle. La mujer describió la presencia de un Porsche negro en las inmediaciones del lugar y de una bolsa deportiva en su interior, una descripción que coincidió con la dada por una testigo que vio el asalto y la huida del sospechoso. Una cámara en una gasolinera terminó por señalar como el culpable a Braulio, que inicialmente admitió los hechos en el cuartelillo.

La fiscalía responsabilizó al jugador, además, de la agresión sufrida por otra mujer a la que tiró al suelo, donde la manoseó los pechos antes de emprender la huida campo a través. Los abusos corresponden a un hecho ocurrido en junio de ese año, cuando se acercó a una mujer para tocarle los pechos al tiempo que le gritaba "te he tocado una teta, te he tocado una teta", mientras se carcajeaba; y a un segundo caso en el que el jugador pidió a otra mujer que se acercara a su vehículo mientras se masturbaba en su interior. El futbolista pagó 12.600 euros por dos delitos de abuso sexual, dos faltas por vejaciones y uno de lesiones a cuatro mujeres.

El dinero fue lo de menos, como ha podido comprobar esta semana en Colombia. Llegó el pasado fin de semana a Bogotá para arreglar el contrato con el Millonarios, pero el club bogotano expidió el martes un comunicado para indicar que su comité deportivo "recomendó no aprobar el fichaje del jugador", cuya contratación ya había sido aceptada por el técnico del equipo, el español Juan Manuel Lillo. Pese a que el equipo no mencionó en el comunicado las razones del cambio de decisión, Braulio fue explícito: "No soy el mejor jugador del mundo, pero tampoco la peor persona".