El juez Eduardo Marquina ha condenado a los dos padres juzgados por el altercado de tintes racistas sufrido por el árbitro Mamadou Basirou, en enero del año pasado, en el campo del Ranillas. Aunque según la sentencia del Juzgado de lo Penal número 2 de Zaragoza, solo uno de ellos, Rafael Pérez Fuertes, protagonizó los insultos racistas, por lo que le imponen nueve meses de prisión y 1.440 euros de multa. El segundo, Juan Carlos Berdusán Romero, es condenado a seis meses por resistencia a la Policía.

Según recoge el fallo, los hechos sucedieron el 28 de enero del año pasado, en un partido de benjamín en el que se enfrentaban el Ranillas (en el que jugaban los hijos de los condenados) y el Helios. Ambos acusados se dirigieron reiteradamente al árbitro con insultos del tipo «sinvergüenza, me cago en tus muertos, cabrón, malo...», pero Pérez Fuertes añadió otras lindezas como «negro, negrito, negro de mierda, me cago en tu raza, vete al desierto» o «te vamos a pegar una paliza que no se te van a ver los moratones», en alusión a su color de piel.

La Policía ya acudió al descanso del partido a entrevistarse con el árbitro acosado, pero el encuentro continuó. Fue al final cuando Pérez volvió a dirigirse a él como «negrito» e intentó agredirle, siendo detenido por otros padres. Mientras, fuera del campo, Berdusán se resistió a la detención policial diciendo además a los agentes: «No me toquéis, os pago el sueldo, ¿por qué defendéis a este negro de mierda?».

El juez expone que esta última referencia es indudablemente racista, pero dado que no la dirigió directamente al árbitro, es penalmente difícil de castigar. Los insultos racistas provinieron del segundo padre, entiende, pues es en lo que concuerdan tanto el acta -y su ampliación- del árbitro como las manifestaciones de varios testigos y de la Policía.

El juez considera que «no por sabido es menos lamentable y vergonzoso» que se profieran insultos, dijéramos convencionales, a los árbitros, sobre todo teniendo en cuenta que se hace ante niños de diez años. Estos los dijeron ambos padres, el juez lo tiene claro, pero no les puede condenar por ello. En primer lugar porque nadie les acusó de injurias (insultos), sino de amenazas, y en segundo porque la falta de injurias está despenalizada.

Lo que sí que constituye la actuación de Pérez es una lesión a la dignidad de las personas por racismo, por lo que además de la cárcel (que no cumplirá, al no tener antecedentes) indemnizará al árbitro con 500 euros.