José Manuel Pérez Díaz confesó ayer que había sido la persona que el pasado sábado, durante el derbi catalán que Espanyol y Barça jugaron en Cornellá-El Prat, utilizó una pistola de fogueo con la que efectuó al menos dos disparos contra seguidores del Espanyol, sin causar víctimas por las características del arma pero provocando momentos de pánico entre la hinchada blanquiazul.

Pérez Díaz, de 53 años, fue reducido por dos mossos d’esquadra, seguidores del Espanyol que, casualmente, se encontraban junto a él y por un familiar de los policías que presenciaban el partido, quienes lo entregaron a los agentes que estaban de servicio en el campo. El domingo, el juez de guardia lo dejó en libertad con cargos. «Debo presentarme al juzgado, hasta nueva indicación, los días 1 y 15 de cada mes», explicó Pérez a este diario.

Hoy, la Comisión Antiviolencia analizará en Madrid este caso y propondrá la máxima sanción ecónomica posible, al margen de la que determine el juez penal. Asimismo, este aficionado recibirá una orden de alejamiento de los estadios de fútbol y de cualquier otro espectáculo público por lo menos en el periodo de un año.

135 euros por la entrada

Pérez Díaz, natural de Tarifa (Cádiz), que ayer se personó en la sede de EL PERIÓDICO, para aportar su versión de los hechos, que difiere en muchos casos de la expuesta por el Espanyol, explicó que compró una entrada por valor de 135 euros y que acudió al RCDE Stadium en solitario aunque con una pistola de fogueo, concretamente una 38 automática de color negro, escondida en su entrepierna. Argumentó que sufre una depresión crónica, por la que lleva varios años de baja y que toma tranquilizantes varias veces al día. «Bebí un par de chupitos. Sé que no debí mezclar alcohol con los medicamentos», argumentó a este diario. El Espanyol, mientras tanto, confirmó que se encontraba bebido en el momento de la detención.

«Yo disparé en Cornellá. Llevaba una pistola de fogueo. No puse en peligro a nadie, pero encañoné a seguidores del Espanyol porque me sentía amenazado e hice uso del arma con dos disparos». Al ser de fogueo los disparos no causaron ningún tipo de lesión pero sí provocaron una seria situación de alarma en el estadio. Y, sobre todo, la pregunta que se formularon bastantes seguidores del Espanyol: ¿Cómo consiguió burlar los servicios de seguridad del estadio en un partido de alto riesgo y con la máxima alerta terrorista para introducir esa pistola de fogueo?

Escondida en el pantalón

El Espanyol reconoció que esta persona introdujo el arma escondida en su pantalón. «Resulta imposible cachear a las 30.000 personas que acuden a un partido como este». La Comisión Antiviolencia podría proponer un castigo al Espanyol si considera que hubo deficiencia en los controles de acceso al campo de fútbol. «Me registraron la mochila que llevaba pero no me cachearon. Tenía la pistola escondida entre el ombligo y el pantalón», confirmó Pérez Díaz.

La mayor discrepancia entre este seguidor, que admitió ser hincha del Barça, aparece en el momento en el que se produjo la detención. Pérez Díaz explicó a este diario que fue reducido tras el primer tanto del delantero azulgrana Luis Suárez, ya en la segunda parte, mientras que el club afirma que, cuando marcó el ariete uruguayo, «este seguidor ya estaba detenido». En el informe policial figuran las 20.51 horas como hora en que Pérez Díaz fue entregado a los Mossos d’Esquadra. Es decir, al poco de iniciarse el encuentro entre el Espanyol y el Barcelona, que acabó con triunfo azulgrana por 0-3.

Pérez Díaz habla, entre su confusión, de un pasado militar y de su afición a las armas hasta el punto de mostrar a este diario una fotografía que lleva en su móvil y en la que aparece junto a un fusil automático con mira telescópica. «He sido un amante de las armas y en otra época de mi vida fui un tirador experimentado». Se muestra, además, como una persona desorientada, que confunde las cosas. Ahora la pistola de fogueo está a recaudo de los Mossos d’Esquadra. «José Manuel, ¿qué has hecho?». Se lo dijo después su mejor amigo. Las armas nunca son una buena compañía. Y menos para llevarla a un campo y encañonar a los seguidores rivales.