Por solo dos segundos no fue la París-Niza perfecta para Alberto Contador. Puso todo lo necesario para que la última etapa se convirtiera en el espectáculo perfecto: ataque a casi 50 kilómetros de la meta, el líder (Sergio Henao) contra las cuerdas y sin equipo, ciclistas para acompañarlo hasta las calles de Niza y un territorio por los montes que rodean la capital de la Costa Azul que llamaban a una ofensiva en toda regla para ganar por tercera vez la Carrera del Sol.

Sobró el descenso final, en una etapa parecida a la del año pasado, cuando también Contador acorraló a Geraint Thomas y el británico salvó la victoria por tan solo cuatro segundos. Está claro que estas mínimas diferencias no juegan a favor del corredor madrileño, puesto que el mes pasado Alejandro Valverde lo apeó del triunfo en la Vuelta a Andalucía por un segundo.

No fue el día perfecto para Contador porque quería una tercera victoria en Niza, pero sí que fue una jornada en la que se reencontró a sí mismo y volvió a ganarse la admiración ciclista universal. «Habría sido mucho más sencillo ir a rueda y pensar en la Volta, la siguiente carrera. No he podido, pero estoy muy contento», declaró en Francia.