Ya no hay dudas. Alberto Contador ha vuelto.Ya está aquí, en plena forma, como el número uno de la clase, colosal en la montaña, magnífico de fuerzas, impresionante, recogiendo elogios de todas partes; de sus rivales, de sus admiradores; el mejor, como antes, como si el año 2013 no hubiera existido. Ya está aquí para acalorar las cuestas como si fuera el verano, como si el invierno no existiera y como si la Tirreno-Adriático, que este domingo ha dejado lista para sentencia, fuese el mismísimo Tour de Francia. Contador vuelve a ser Contador. Sobran las demás palabras.

El Passo Lanciano, 12 kilómetros de ascensión, era este domingo una cuesta obligada para enrabietar la jornada reina de la Tirreno. Todos subían a ritmo. Por delante, la fuga con el catalán David de la Cruz. Y, de repente, Nairo Quintana movió el árbol de la carrera. Cayeron todos los frutos maduros. Pero su movimiento no hizo otra cosa que despertar al monstruo de su sueño, la señal para el demarraje. Contador, al ataque. Quintana, por detrás, 25 metros, 50, 100, y adiós a cualquier intento para acompañar al madrileño, que pedaleaba con el espíritu de Fuente Dé, la cima cántabra donde destrozó la Vuelta hace dos años, su último gran triunfo. Luego llegó el Contador que era y no era, el que quería y no podía, el que circulaba por las rutas del 2013 sin la gloria de antaño. Muchos lo dieron ya por un corredor en retroceso. Qué lejos de la realidad. 2014. Contador recortó en la subida al Passo Lanciano tantos segundos que en unos pocos kilómetros de bajada ya capturó a los fugados. Por detrás, nada que hacer, el grupo de Quintana que cedía segundos, más de un minuto, entregado. Y sus compañeros de escapada que no podían hacer otra cosa que ponerse a rueda del pinteño. Imposible darle un solo relevo.

Llegó el muro final, made in Vuelta a España, rampas del 30 por ciento. Contador se retuerce. La bici de lado a lado de la carretera. Él se retuerce y los demás, más, hasta que pone el turbo, en la Italia de Fausto Coppi y Gino Bartali, para triunfar como ellos dos sabían hacer en la época dorada de los 40 y los 50. Contador entró en solitario, líder, a dos jornadas del final (una etapa para esprínters y una contrarreloj de despedida). Quintana, el segundo de la general, ya está a 2.15 minutos. Contador ha vuelto y en una semana estará en Catalunya, en la Volta, en el primer duelo del año con Chris Froome, con Purito Rodríguez, de rival en el duelo entre ellos.

En la París-Niza, Carlos Betancurt se llevó la victoria, en una última etapa marcada por la caída de Rui Costa en el esprint final.