No es el más fuerte de la Vuelta y tampoco es el de antes pero, en carácter, en ganas de convertirse en el animador de la fiesta, no hay quien supere a Contador, al que tan solo le quedan seis días de competición antes de colgar la bicicleta. Hay que disfrutar de él, de sus ataques, de su carácter indomable, del que no se rinde, del que están todos pendientes, del que dejan marchar para capturarlo después, el que se divierte y el que divierte. La Vuelta 2017 es la de Chris Froome, el ciclista que pone la razón y el que da las justas pedaladas para ser cada día un poco más líder auxiliado por su Sky de ensueño. Pero el corazón de los aficionados está con el corredor madrileño.

Contador abrió una vez más el fuego de la Vuelta, en una etapa escrita para él como un poema de Federico García Lorca en su Granada natal por donde pasaron las bicis. Contador fue quien escuchó los constantes gritos del público. El «¡vamos Contador!» lo acompañó metro a metro, golpe a golpe, desde que atacó a 26 kilómetros de la meta, en la cima del Purche. Él fue quien se llevó a un colombiano llamado Supermán López, que si bien no era un desconocido para los aficionados a este deporte, en Sierra Nevada se presentó definitivamente a los 23 años como un nuevo producto de la genuina escuela colombiana, la de una inagotable fuente que sigue liderando Nairo Quintana y en la que están Rigoberto Urán, Esteban Chaves y ahora un Supermán que sube las montañas como los grandes escaladores de todos los tiempos.

Era la escapada soñada, la anunciada, el destino para una etapa de solo 129 kilómetros. Contador, todos lo sabían, lo llevaba escrito en la frente, atacaría de lejos, todo o nada. Y hasta un minuto de gloria llegó a contar siempre con la compañía de Supermán y en algunas fases de un Romain Bardet que quería dejarse ver en la Vuelta. Ahí estaba Contador que parecía que se lo pasaba bien. Oía el griterío, en quizá la etapa con más espectadores en la cuneta. Todos con Contador. Todos chillando su nombre, por última vez en Andalucía. «Yo disfruto corriendo, soy así. Pero al final se me hizo un poco largo», confesó Contador, que buscó con ahínco un lugar en el podio aunque a final cedió una plaza, de octavo a noveno.

A menos de seis kilómetros para la Hoya de la Mora, donde finalizaba la etapa, en el corazón de Sierra Nevada, Contador dijo basta por primera vez. Fue cuando López puso los pedales en modo misil y se fue a la caza del británico Yates, que andaba fugado y al que fulminó para quitarle incluso las ganas de correr. Ya solo le quedaba la felicidad de ganar la etapa y de demostrar que Colombia sigue siendo grande en cualquier montaña. No vio Supermán que a falta de 1.200 metros para la meta Contador dijo basta definitivamente. Capturado por el grupo de Froome (Vincenzo Nibali solo lanzó un fugaz ataque e Illnur Zakarin demarró al final para colocarse tercero) cedió para entrar en la meta recogiendo los aplausos de un público entregado el día en el que también se descolgó David de la Cruz. Hoy la carrera descansa en Logroño para afrontar mañana la crono.