La vida de Jon Santacana ha sido una continua carrera de obstáculos. De ella se podría escribir un guion que sería favorito para ganar los Óscar de Hollywood. Nacido en San Sebastián hace 33 años, a los ocho le diagnosticaron una grave lesión ocular. "Es una discapacidad genética. Tengo un 5% de agudeza visual y un 10% de campo visual", dice el vasco. Pero se acostumbró a vivir con este problema como algo natural. A otro le hubiera costado salir de ese agujero. Pero para Jon la vida no tiene barreras.

La familia de Jon siempre ha sido aficionada al esquí. Los fines de semana cogían la furgoneta y se iban a practicar este deporte a las estaciones francesas. Fue entonces cuando el guipuzcoano encontró su camino. Han pasado 25 años desde que le diagnosticaron la enfermedad y es uno de los mejores esquiadores paralímpicos del mundo. Ya ha disputado los Juegos de Salt Lake City, Turín y Vancouver. En una semana debutan en Sochi.

Sus primeros Juegos fueron una mera toma de contacto. Jon tenía 21 años. Después afrontó Turín. Conoció entonces a Miguel Galindo, que comenzó a ser su guía en la competición. "Estuve cinco años en el equipo nacional. Fui campeón de España juvenil e infantil. Pero me rompí dos veces la rodilla", dice Galindo.

Oro en Vancouver

Llegaron a Turín poco antes de que Jon se rompiera la tibia y el peroné y corrió con una barra de titanio. Esa primera experiencia les sirvió de mucho para triunfar cuatro años más tarde en el descenso de Vancouver. En Canadá también se llevaron dos platas. Con puntas de más de 120 kilómetros hora, un vasco y un aragonés de Candanchú se convertían en la mejor pareja de los Juegos de Vancouver en el descenso. "Voy delante de Jon marcando la línea. Tenemos que ir lo más pegados posible, pero con una mínima distancia de seguridad. En eslalon vamos a metro y medio y en descenso a cuatro. Es un riesgo muy grande ir tan pegados. Pero si me separo, ya no me ve". Ambos van conectados por un bluetooth. "Le voy dando las instrucciones con palabras muy cortas. Hay momentos que paso por su zona central del ojo y me deja de ver", reconoce Miguel Galindo.

El secreto de su éxito fue la perfecta simbiosis entre una persona impulsiva como Jon y otra reflexiva como Miguel. Ambos formaron un matrimonio deportivo perfecto. "Si Jon compitiera en un deporte muy mediático, sería un ídolo de masas. Aun así ya es un crack. Un matrimonio suele tener problemas y nosotros no los tenemos. Nuestro objetivo común es competir, disfrutar y ganar", explica Galindo. Ambos son dos polos opuestos que se retroalimentan. "Miguel me ha aportado mucha tranquilidad. Aunque a veces tiro de él. Discusiones fuertes no hemos tenido nunca", dice Jon.

Iban a por todas en los Juegos de Sochi. Aspiraban a cinco oros. Pero llegó la fatalidad en septiembre del año pasado durante el periodo preparatorio en Australia. "En un entrenamiento físico me rompí el tendón de Aquiles de la pierna izquierda en un cambio de ritmo". Le operó el doctor Guillén en la Clínica Centro de Madrid. La recuperación de la lesión más grave de rodilla puede durar hasta seis meses. Lo que le sucedió a Jon se cura después de ocho meses de convalecencia. "Eso fue lo que le costó volver a las canchas a Kobe Bryant. Pero Jon ha ido a saco desde septiembre. Ha realizado nueve horas diarias de rehabilitación y se fue a vivir a Zaragoza a un piso alquilado para facilitar la vuelta a la competición. El día de Navidad volvió de San Sebastián a la capital aragonesa para volver al trabajo", dice Galindo.

Gracias a su determinación y su mentalidad Jon fue viendo la luz al final de largo túnel. Por la mañana hacia piscina y por la tarde gimnasio con Galindo. Coordinados por Jordi Carbonell, el entrenador de ambos, formaron un equipo de lujo junto al fisio Guillermo Aladrén y al preparador físico Isaac López. El objetivo era claro: que Jon compitiera en Sochi.

Santacana nunca olvidará el 13 de enero de este año en Astún. Fue cuando se volvió a calzar unos esquís. "Su sensación fue de liberación. ¡Por fin volvía a esquiar!", apunta Galindo. Jon ha ido entrenándose más y mejor en mes y medio. Pero con muchos dolores. "Tiene presión en el tendón por la bota al ser muy estrecha y muy dura. Aguanta la bota unos 45 minutos. Se le pone un dolor en el tendón y se la tiene que quitar. Tras recuperse 15 minutos, se la vuelve a poner", dice Galindo. Santacana nunca pensó que se acortarían tanto los plazos de la recuperación en casi tres meses. "El tendón me sigue doliendo. Hay muchas cosas que no puedo hacer. Todavía no he podido empezar a correr. Ni siquiera puedo hacer saltos". dice Jon.

Ahora la pareja está compitiendo en el final de la Copa del Mundo que se celebra en Tarvisio. Los Juegos se inauguran dentro de una semana. No piensan en medallas. Lo importante es haber llegado a la meta de Rusia. "Competiremos en todas las pruebas: eslalon, gigante, supergigante, descenso y combinada. Al máximo nivel hubiéramos tenido todas las opciones. Vamos a los Juegos a disfrutarlos al máximo y hacer lo que se pueda. A día de hoy no pienso en las medallas. Pero podemos dar la sorpresa", concluye Santacana.