Terminó un ciclo negro, o eso se supone, y el Real Zaragoza regresa hoy a su torneo con el rostro cambiado y la mirada alta. Ya avisó Víctor Muñoz tras la desoladora derrota del pasado domingo en el Mini Estadi que el partido de Albacete "para nosotros es la final de Copa". Por si a alguien le cabía alguna duda, lo ratificó ayer Martín González, el director deportivo: "El club opina que no estamos en disposición de tirar nada. Tenemos que ganar un partido cuanto antes, y si es el de la Copa, mejor. Vamos a ir con el mejor equipo". No será exactamente así porque el técnico dará descanso a algunos para el domingo. Es más una cuestión de intención.

Expuesto esto, no queda más que pensar que el equipo aragonés, por fin, afronta con seriedad e ilusión la competición que más alegrías le ha dado en su historia. No se podrá fijar, eso sí, en su pasado reciente, en el que ha acumulado fiascos de tomo y lomo. Desde que llegó a la final de Copa en el 2006, con Víctor Muñoz también en el banquillo, hasta en cinco ocasiones ha caído en su primera aparición en el torneo. Sin ir más lejos, el año pasado, tal día como hoy, lo hizo en Mendizorroza.

Se puede entender así que ha perdido peso en su torneo preferido, más o menos a la misma velocidad que ha caído el prestigio del club. Llegó a cuartos en el 2007, donde cayó ante el Barcelona, y hace un par de temporadas repitió ronda en aquella famosa eliminatoria que regaló Manolo Jiménez al Sevilla porque necesitaba al equipo fresco, aunque fuera de la Copa ya solo ganó un partido en lo que quedaba de temporada. Del resto de participaciones, apenas datos reseñables si no es por noches negras como la del Alcorcón el 21 de diciembre del 2011, la última noche que Agapito pisó La Romareda.

EL RECUERDO DE FLORO

La competición arranca esta tarde en el Carlos Belmonte (20.00 horas) ante un recién ascendido con pedigrí, un conjunto que se hizo célebre en la época de Benito Floro, en la que era denominado el queso mecánico, pero que ha sufrido en los últimos años para volver a situarse entre los clubs profesionales.

Ahora intenta recordar sus mejores momentos con un fútbol de gusto y toque, una especie de copia de lo que sufrió el pasado domingo el Zaragoza con el Barcelona B. Es decir, que no pega un pelotazo y que juega mucho con el portero para reiniciar las jugadas con el objetivo de llegar a su objetivo trenzando. El problema se lo ha encontrado Luis César Sampedro en los errores de algunos de sus futbolistas, que no tienen la calidad de los azulgranas, lo que ya le ha costado la derrota ante el Alcorcón y el empate en el último minuto en Tenerife.

De momento, el entrenador del equipo manchego dijo ayer que iba a hacer "una revolución" en su equipo ante el Zaragoza y les ofreció un caramelo de premio. "Si los jugadores que entran nuevos lo hacen bien, jugarán ante el Betis", dijo Sampedro. En el Zaragoza no parece tan así. Aunque se piensa también en el Sabadell el partido es un potosí en lo que se refiere a tranquilidad y valor, o eso dicen. Confianza, mejor dicho. No estaría mal para empezar a alejarse de la negra sombra que aún le persigue. La de Agapito, que no la de Rosalía.