La noche del pasado jueves no es fácil de olvidar por muchas cosas. Hubo fútbol, emoción, un enemigo, el Bar§a, borrado del mapa casi en el último suspiro, y una hinchada que disfrutó de lo lindo. El pase a las semifinales de la Copa del Rey, en donde se coincidirá además con un Alavés en principio asequible, llenó la mesa de manjares emotivos, pero hoy el Real Zaragoza regresa a su modesto menú laboral, a una Liga en la que su principal y único lujo consiste en permanecer en ella una vez más. Sería muy interesante que el equipo de Víctor Muñoz conservara para este partido algunos de los valores que exhibió en el torneo del KO porque la visita a La Condomina tiene también algo de cita agónica. Se juega contra el colista de Primera División y la suma de los tres puntos es de obligado cumplimiento porque el tiempo se acaba, porque las jornadas pasan sin detenerse a socorrer a los heridos y, en estos momentos, el conjunto aragonés es cliente fijo en la enfermería.

Este encuentro se afrontará con dos novedades de última hora, a punto de cerrarse mañana el mercado de fichajes. Llega Dani, casi exfutbolista estos años en el Bar§a, y se va Espadas al Cádiz. Pero aún queda trabajo en una secretaría técnica que dejó pasar el tiempo de forma absurda y ahora, bajo la supervisión de Víctor, trabaja a contrarreloj. Por eso, Miguel Pardeza, habitual con el equipo en todos los desplazamientos, no viajó ayer. La Copa dejó un gran sabor de boca, pero no ocultó la realidad del campeonato regular, muy triste y delicada, ni las palabras del técnico zaragozano al término del choque contra el Mallorca, solicitando retoques en todas las líneas.

NO SIRVE EL EMPATE A la espera de esas otras incorporaciones, si se producen, en La Condomina espera un rival a quien tampoco le sirve el empate. El conjunto de Toshack hace frente a su última oportunidad de reaccionar contra un adversario cercano en la clasificación. El aficionado de a pie se pregunta si al Real Zaragoza le quedará algún poso del fútbol aguerrido y valiente que desplegó contra el Bar§a o será el de las tardes de sombrías derrotas. De nuevo acuden las dudas porque confunde su variable actitud. En cualquier caso, se prevé un partido muy distinto al del jueves, menos dado al ofrecimiento de espacios, con el Murcia dispuesto a afrontar una pelea muy física y retorcida. En esa atmósfera racial y confusa asoma la figura de Juan Eduardo Esnáider, con algunas cuentas pendientes con el Real Zaragoza y con ganas de cobrárselas en una de sus escasísimas apariciones como titular.

Es cierto que este encuentro desprende un fuerte aroma a pólvora, a un pulso entre dos equipos con pocas balas en la recámara, a un duelo íntimo y angustioso bajo el sol invernal de la zona de descenso. Si el Murcia pierde, será un cadáver; si el Real Zaragoza no gana, el enterrador comenzará a tomarle medidas para el ataúd. Para Víctor y los suyos ésta es la copa de la vida y deben jugarla como si fuera la del Rey.