Umacon Zaragoza consiguió el pasado fin de semana su permanencia matemática en Primera División. Lo hizo en su jornada de descanso, por la derrota de Colegios Arenas Gran Canaria en la pista del Hospital Llevant Manacor. Sea como fuere, el equipo aragonés representará la próxima temporada a Zaragoza en la élite del fútbol sala nacional por méritos propios. El objetivo de la temporada, que no era otro que la salvación, habida cuenta de las estrecheces económicas que sufre el club, quedó cumplido a falta de una jornada para el final.

Aunque la deriva de los últimos tres meses de competición ha afeado la permanencia, no hay más verdad que el equipo se ha ganado mantener su sitio en Primera gracias a un corazón en permanente estado de compromiso. Nada ni nadie ha conseguido romper el núcleo de fe de un grupo jovencísimo que perdió pronto por lesión a su capitán Arturo Santamaría, pero al que la calidad y experiencia de Carlos Retamar y Víctor Tejel han cosido las heridas cuando llegaron. Fue un equipo plagado de aragoneses (Duato, Abel, Carlos García, Richi, Basmalis, Kiky, Luchi y los propios Arturo y Tejel) que representaron la idiosincrasia más pura de la tierra: honestidad y tozudez.

En una temporada difícil y abrupta, también por momentos salió el sol. Más que ilusionante fue la proeza realizada por el equipo en la Copa del Rey, donde sólo el Barcelona Alusport despertó a Umacon de su sueño en las semifinales. Y en lo que a situaciones individuales se refiere, destaca la irrupción en el cielo del gaditano Juanjo Catela. Con 18 años y los mismos goles a falta de la última jornada de Liga, el zurdo serpenteante ha demostrado dos verdades rotundas: una, que el futuro de este deporte es suyo, y la otra, que deberá crecer a la misma velocidad en la pista que fuera.

El club, que ya prepara la próxima temporada y en breve anunciará varias renovaciones vitales e incluso algún fichaje, camina sobre el trazo que se marcó al principio de la temporada. La directiva aragonesa ha encontrado un apoyo incalculable en un grupo humano prácticamente nuevo con respecto al que quedó 5º en la campaña pasada. Ni el cambio de plaza de Santi Herrero, vértebra clave en la vida e historia de Umacon y que dejó el banquillo por motivos personales para convertirse en director deportivo, ha tumbado al club. Porque también ahí Aragón se hizo presente en dos jóvenes e inexpertos entrenadores. Jorge Sampedro y Jorge Peñaranda han podido cometer errores, pero también fue su carácter una virtud fundamental. Ni ellos ni el equipo se rindieron nunca. Su corazón ha sido un permanente acto de fe. Un acto de Primera.