Sin jugar, la jugada no salió redonda. Fue una jornada menos buena de lo esperado para el Zaragoza, que sumó los tres puntos contra el Reus y vio cómo sus rivales fallaban en masa... menos el Extremadura. El descenso queda a cuatro puntos. La vista está ya puesta en el corto plazo, en el partido del próximo domingo en Córdoba, donde la victoria es imprescindible para no ensuciar el horizonte ni poner en mayor riesgo la continuidad en Segunda.

A medio plazo, el futuro está repleto de incógnitas por resolver. De arriba abajo. Está todavía por ver si la propiedad mantiene la foto prácticamente estática de estos cinco años o se produce algún movimiento, de qué calado y en qué dirección. La SAD lleva tiempo buscando capital porque si algo necesita es eso: dinero. Aunque luego casi tan importante como tenerlo es saber qué hacer con él. Con casi el mismo límite salarial, el Albacete está en posición de ascenso directo a falta de siete jornadas.

La dirección deportiva, en manos de Lalo Arantegui, también se ha desgastado esta temporada. De puertas hacia dentro, su figura tiene defensores y detractores. Aquella foto pública de principios de noviembre, con Christian Lapetra y Luis Carlos Cuartero, presidente y director general, respaldando a Arantegui en una rueda de prensa tuvo mucho peso y un alto valor simbólico. Fue una declaración de intenciones. A pesar de ello, las cosas no han funcionado.

El entrenador y la plantilla. Quién dirigirá al Real Zaragoza y con qué jugadores. La competitividad del equipo y la capacidad de gasto dependerán también de si, finalmente, hay cambios estructurales y financieros o de si la realidad continúa siendo la misma. En el segundo de los supuestos, la SAD se verá obligada a vender a varios de sus mejores jugadores para disponer de un límite salarial similar al actual. El mercado está agitado desde hace semanas. James, Soro, Benito... Muchos interrogantes todavía, pero dos certezas. Una, ganar en Córdoba es una obligación. Dos, Bikoro y Mingotes. Retrato de cómo están las cosas.