Ramón Rodríguez vivió y sintió la pesca en las costas cantábricas, desde su Avilés natal, cuando su padre y su tío le llevaban de pesca. Ahí nació una afición, que continuó en Aragón --concretamente en Zaragoza--, donde se desplazó a estudiar la carrera de Ingeniería. Aquí conoció otra de sus actuales debilidades: la pesca de la trucha a cola de rata, y desde luego la captura y suelta de las piezas. Como presidente de la Federación Aragonesa de Pesca y Casting se ha preocupado desde el principio por estudiar los inconvenientes y las ventajas de estar federado. Ya como estudiante se integró en las sociedades de Zaragoza y de Gallur. La federación cuenta con unos 10.000 pescadores en unas 84 sociedades, pero hay muchos más aficionados de los registrados oficialmente. Ramón Rodríguez se considera una persona activa y reclama la necesidad de disfrutar y divertirse con la pesca, tanto a nivel aficionado como competitivo. Asimismo es consciente de que los pescadores se involucran con la naturaleza, que les gusta, y por ello se muestra muy crítico con quienes deterioran, ensucian o degradan el medio.