El cowboy está listo para su rodeo de cada temporada. Su corcel, habitualmente más salvaje que los demás, parece este año sensiblemente domesticado por su dueño. Marc Márquez, ganador de 27 de los 32 entrenamientos que se han hecho en el circuito de Las Américas (Austin, Texas, EEUU) en los últimos siete años, conquistó ayer su pole position nº 7 (2.03.787 minutos) en la pista decorada con las barras y estrellas de la bandera norteamericana. Y, claro, hoy (21.00 horas, DAZN TV) partirá, como siempre, como el gran favorito para adjudicarse, por séptima temporada consecutiva, la victoria. Él lo sigue negando, pero muchos temen que el Mundial se acabe en pleno verano. O casi.

Márquez vivió su última victoria (momentánea, la pole no da puntos) con la tranquilidad, serenidad y casi, casi, aburrimiento habitual en el corralito de todo gran premio. Normal, es su pole n 82, ya no sabe a quién regalar el Tissot que te dan por ella. Toda su familia, todos sus amigos, todo su equipo tiene ya un reloj de lujo que da la hora. Todos viven en el minuto de Márquez. Ese 82 es récord histórico, como sus siete poles y, ya verán, su séptima victoria en Austin.

Viñales y 'Dovi', retrasados

Mientras Márquez necesita las dos manos para hacerse la foto de que lleva 7 poles, el veterano Valentino Rossi (Yamaha) celebraba con un sefiel gigante con todo su equipo la gesta de ser segundo, sabedor de que Márquez vive en las nubes, inalcanzable. En tres rincones del paddock se vivía el contraste de preocupación por el bofetón sufrido a manos del heptacampeón más joven de la historia.

En el rincón de Maverick Viñales (Yamaha, cuarto en parrilla), el chico que quiso inquietar al de Cervera (Lleida) con el mejor crono del viernes, volvían a haber caras de desesperación. Las mismas, idénticas, que en boxe del subcampeón Andrea Dovizioso (Ducati), que arrancará desde la quinta fila. Dos tristeza y, al lado de los rojos de Marlboro, los más rojos de KTM, felicísimos porque Pol Espargaró se ha metido en el centro de la segunda fila, una auténtica gesta de la fábrica austriaca, que no acaba de arrancar pero se parte el alma por conseguirlo. Y derrocha genio y dinero.

Llama la atención que el de ayer fuese el peor tiempo de los sábado triunfantes de Márquez en Austin: 2.03.021, en el 2013, ante Dani Pedrosa; 2.02.773, en el 2014, frente a Dani; 2.02.135, en el 2015, ante Dovi; 2.03.188, en el 2016, contra Jorge Lorenzo; 2.02.741, en el 2017, ante Maverick Viñales; 2.03.658, en el 2018, de nuevo frente a MVK y este 2.03.787 ante Rossi. Razón?, sencilla, la pista estaba como un espejo. O casi. Motivo?, el diluvio que había caída por la mañana y que obligó a suspender los entrenamientos y/o reducirlos. Bueno, en Assen (Holanda), nevó y también se suspendió el GP de Superbikes!

Una carrera delicada

Los norteamericanos, que tienen leyes para todo y, supongo, temen que alguien se haga daño, recurra a un buen abogado y les gane un pleito millonario, anunciaron, en comunicado oficial, que nadie se moviese de casa, que se metiesen en sus coches y retiraron a los comisarios de la pista, llevándoselos a hangares con los autobuses escolares amarillos que salen en la pelis. Al final, para desgracia de los rivales de Márquez, hubo entrenamiento (el catalán también lo lideró) y, finalmente, sesión para crear la parrilla.

La pista está muy delicada. Hay muchos baches y te puedes equivocar en decenas de puntos en las 20 vueltas de la carrera. Me siento bien, tengo ritmo, aunque espero mejorar en el ensayo previo a la carrera, pero no hay nada ganado. Y, sí, soy feliz de estar aquí y correr en esta pista que tanto me gusta, reconoció Márquez. Más feliz estoy yo por estar pegadito a Marc, que parece, como Argentina, que tiene algo más que nosotros, añadió el Doctor, que, ya se sabe, es piloto de domingo.