En el 2004, hace poco más de una década, la Sociedad Deportiva Huesca viajaba por la geografía aragonesa luchando en Tercera División. Desde mediados de los 70 los oscenses iban subiendo y bajando, siempre entre Segunda B y Tercera en un estadio de El Alcoraz mucho más precario y con bastante peor aspecto que el actual. Volvió a la categoría de bronce del fútbol español en la campaña 04-05 y, desde entonces, casi todo han sido buenas noticias para los aficionados azulgranas.

El Córdoba privó al Huesca de su primer ascenso en el año 2007 después de caer en el Nuevo Arcángel por 2-0 y de empatar 1-1 en El Alcoraz. Eso sí, lo mejor estaba por llegar. Al año siguiente volvieron a la carga y, esta vez sí, se consiguió. El gol de Roberto en Écija entró en la historia oscense al ser el momento en el que se certificó el primer ascenso a Segunda División. Además, por primera vez, iba a haber derbi aragonés con el Real Zaragoza en la misma categoría.

Después de cinco campañas en Segunda División, el Huesca descendió en el Nuevo Colombino, pero solo fue un hasta luego. Dos campañas después retornó a la categoría de plata en otra jornada para enmarcar, esta vez en casa, en El Alcoraz, y contra el Huracán de Valencia.

Como la espuma

Desde entonces, el crecimiento del Huesca a todos los niveles ha sido meteórico, como la espuma. El club asentó las bases, hizo reformas en el estadio para mejorarlo, obtuvo estabilidad en los despachos y, sobre todo, a nivel económico. El secreto es tener cuatro y gastar tres, así de sencillo. Luego la pelota tiene que entrar y el complejo engranaje que es un club tiene que funcionar. Y vaya si lo está haciendo.

Huesca, una pequeña ciudad de poco más de 50.000 habitantes, está a un paso de ver a su humilde equipo competir entre los más grandes. En la élite no contará qué club tiene el estadio más grande ni cuánta masa social posee cada uno. La ilusión de Huesca seguirá llevando en volandas a su equipo.