Nadie en Cáceres ha malgastado esta semana ni cinco minutos en pensar en el CAI. La sociedad, envuelta en una crisis económica extrema, ha vivido unos días llenos de contratiempos y en los que el enfrentamiento de mañana contra el conjunto aragonés ha quedado en un lógico segundo plano. Las deudas han encajonado al club extremeño a una situación desesperada. Dos detalles sintetizan el drama: empleados del club han tenido que pagar de su bolsillo las comidas de los desplazamientos y las cintas de vídeo donde se graban los partidos han sido sufragadas por los técnicos. Incluso se valoró la opción de abandonar la Liga.

La mayor parte de la plantilla no ha cobrado las dos últimas mensualidades (noviembre y diciembre) ni parte de los sueldos correspondientes a septiembre y octubre. Esta inestabilidad propició la desbandada de Washington, Sallier --fichado ayer por el Bilbao para cubrir la baja temporal del lesionado Hamilton-- y Higgins, incorporado por el León. La precariedad económica del Cáceres llevó a los jugadores el pasado martes a no ejercitarse como medio de protesta al ver como la situación sigue sin remediarse.

El retorno de Pedro Núñez

Esta medida de presión desencadenará hoy, si no hay un cambio inesperado, la salida del presidente Juan Francisco Luis. En su lugar, y amparado por el ayuntamiento, se hará con la dirección Pedro Núñez, antiguo responsable del C. B. Cáceres, desaparecido este verano tras el descenso a la LEB. Curiosamente, fue Núñez con quien el CAI negoció la compra de la plaza ACB del club durante la temporada 2001-02, pero la llegada a la entidad de José María Bermejo evitó esta operación. La oferta zaragozana hubiera saldado la deuda del Cáceres, además de haberle hecho ingresar una cifra cercana a los 2,5 millones de euros más la plaza LEB con la que finalmente tuvo que conformarse el CAI.

La llegada de Núñez, con el que Alfred Julbe mantuvo una tensa relación durante su paso por Cáceres, paliaría en parte la crisis financiera. Su regreso acelerará el ingreso de 360.000 euros procedentes de la Caja de Extremadura como anticipo a la subvención municipal que tiene previsto recibir la entidad. Este reembolso serviría para cerrar la deuda que se mantiene con la plantilla y concretar la incorporación del americano Stacey, con el que existía un acuerdo total pero, en otro ejemplo visible de la crisis, la falta de liquidez impedía la compra de un billete de avión que le hiciera llegar a Cáceres.