No es sencillo reflexionar sobre la falla de San Andrés en el punto álgido de un seísmo. Menos aún mostrarse impertérrito, aunque sensible, a la agitación, el pánico y las consecuencias de un escenario presidido por la destrucción. Cristian Álvarez, un buen profesional, más líder de sí mismo que de grupos, ha ofrecido esta mañana una conferencia en el epicentro del terremoto zaragocista con la misma inquietud de quien contempla la caída de las hojas en otoño. Mientras casi todo se derrumba a su alrededor, el portero ha fotografiado la realidad desde su particular objetivo, despojado de posturas oficiales, deseos y espejismos. Sin prometer un futuro idílico y reversible. Ciñiéndose a un presente que ha retratado con la crudeza que pide el momento, mirando de frente a la rabiosa actualidad.

"El Nástic, ahora mismo, compite por lo mismo que el Real Zaragoza", ha dicho durante su extensa charla. "Hay que mantenerse positivo, tener fuerza, fe y, sobre todo, tomar conciencia de la situación". "Debemos hacer autocrítica de lo que ha hecho mal porque todos somos responsables. A partir de ahí, hemos de encontrar en el interior de cada uno la fuerza, la luz y la confianza para afrontar los partidos, tanto a nivel individual como colectivo". Su discurso se ha ido trufando de perlas sinceras, naturales. Silenciosamente atronadoras. "Tomar conciencia de la situación", por ejemplo... De verdad.

Nada de manos negras en el entorno ni reproches a la afición, al rombo y otras obsesiones geométricas. Ni una queja. Ni un tópico. Nada de guiones de serie B. El guardameta ha construido, con mucha preocupación y la tonalidad drámatida adecuada, sobre la ruina que percibe, frente a la imperiosa necesidad de huir cuanto antes "de un bucle del que es difícil salir por una dinámica muy mala que ha mermado la confianza". Y como remedio principal, ha recomendado valores sencillos, fórmulas caseras, la cataplasma de la abuela. "Ahora hay que empezar a jugar con soltura y valentía" porque divertirse lo que se dice divertirse en el fútbol "lo hacen el Madrid y el Barça", ha explicado este veterano de la guerra que son el deporte y la vida como caminos paralelos que tan bien conoce y le conocen.

Hallar este tipo de personajes que en la azoeta de un rascacielos en llamas se fuman un cigarrillo escuchando a Jim Morrison (como suele hacer cuando le lanzan un penalti), no tiene precio. Asumiendo la responsabilidad, la gravedad y subrayando soluciones que por sencillas se presentan fiables o al menos creíbles. Cristan Álvarez, con el fuego aproximándose a sus guantes, recomienda a su manera no coger el ascensor ni lanzarse al vacío. No hay nada más ignífugo que intentar reescribir el destino con buena letra, no con la tinta del calamar ni las lágrimas del cocodrilo