El Real Madrid ganó 6-3 al Girona en un partido eléctrico en el que apareció la mejor versión de Karim Benzema, que renació para apoyar al insaciable Cristiano Ronaldo, autor de cuatro goles que, unidos a los de Bale y Lucas Vázquez, sirvieron para doblegar a un gran rival. Zidane ha confiado durante toda la temporada en Benzema. Lo hiciera bien, regular, mal o fatal, criticado por el público o aplaudido, el técnico francés nunca ha señalado a su delantero. Siempre ha contado con él y, por fin, en el tramo decisivo del curso, Benzema parece que ha renacido justo a tiempo.

Lo hizo al lado de un equipo que claramente cambia con Lucas Vázquez, Kovacic y Asensio, y sin Modric, Bale e Isco. Es más directo, más arriesgado. Tal vez más atractivo, más vistoso. Es electricidad pura. Tal vez ese juego apareció porque el Real Madrid tenía enfrente a un equipo similar. Y es que el Girona saltó al césped del Bernabéu por primera vez en su historia sin complejos. Los hombres de Pablo Machín se jugaban ni más ni menos que continuar al acecho de la sexta plaza y demostraron que su presencia cerca de los puestos europeos no es ninguna casualidad.

En la primera parte el equipo de Zidane chocó contra un rival que igualó la propuesta madridista. Las dos propuestas chocaron como trenes, pero primero golpeó el cuadro madridista en un duelo que vivió un intercambio de goles hasta el final, con Cristiano Ronaldo desatado y marcando la diferencia para que el Real Madrid sumara una nueva victoria que le mantiene en tercera posición.