Han pasado ya 12 años desde su primer gol en un Mundial. No fue un tanto para el recuerdo. Marcó de penalti contra Irán en el segundo partido de la fase de grupos del torneo celebrado en Alemania. Aquel equipo de Luiz Felipe Scolari acabó cuarto con Luis Figo de capitán. El brazalete lo lleva ahora CR7, que afronta su cuarto Mundial, lo que no significa que sea el último. A Qatar llegaría con 37 años, nada imposible en un tipo que dice tener una edad biológica de 23 y amenaza con retirarse a los 41.

Cristiano acapara toda la atención del duelo entre Portugal y España. El astro aún no ha aclarado si seguirá en el Madrid. Sus últimas declaraciones al respecto fueron justo después del éxito de la Champions con Bale de protagonista. El luso se encargó de enturbiar la fiesta con unas reflexiones made in Cristiano. Desde entonces no ha dicho ni mu. El ego de CR7 sufrió un varapalo en una final en la que no pudo mostrar tableta. Algo similar a lo que le ocurrió en el triunfo de Portugal en Saint Denis, con la estrella en la banda dando instrucciones como un poseso junto a Fernando Santos. Una lesión le dejó fuera de combate a los diez minutos entre lágrimas.

«Es un extraordinario jugador y capitán. Es decisivo tanto dentro como fuera del campo. Y también en los entrenamientos, pero más importantes que él o yo es el colectivo. Él lo afronta muy bien eso, sabe que Portugal es un conjunto», resaltó ayer el generoso seleccionador luso.

El Mundial es el único título de renombre que falta en el palmarés de Cristiano. Portugal no está entre las primeras favoritas, pero otro sorprendente subidón como el de la Eurocopa podría llevar al madridista a autoproclamarse el mejor de la historia sin reparos.

A Rusia ha llegado con su guardaespaldas, el gigantón Nuno da Cruz Marecos, exparacaidista y antiguo luchador en las fuerzas especiales portuguesas. El escolta quizá le ayudará a evitar episodios como el del 2016, cuando agarró el micrófono de un periodista de la televisión de su país y lo lanzó a un pantano.

Fernando Santos ha repetido su clásico búnker a la hora de concentrar a los lusos. No andan muy lejos Cristiano y Messi, ambos en las afueras de Moscú. Portugal se encuentra en Krátovo, una zona residencial rodeada de bosques, dachas (las casas de campo rusas) y estrictas medidas de seguridad. Messi se hospeda en Bronnitsy, a unos 25 kilómetros.

La agonía de Cristiano se incrementa al observar sus cifras en los mundiales: tres goles en 13 partidos. Ante España se encontrará en su salsa favorita. El astro sabe que el órdago presentado a Florentino depende mucho de su actuación en Rusia. Quiere cobrar más o se irá, pero difícilmente encontrará un club con aspiraciones como las del Madrid. El PSG parece la única alternativa una vez solventados sus problemas con el fair play financiero de la UEFA.

Aquel chico que Alex Ferguson fichó en un avión después de un amistoso contra el Sporting de Lisboa, el jovenzuelo que se atrevió a desafiar a Figo y Rui Costa en sus primeros entrenamientos con la selección, es ahora el referente indiscutible de un país que sueña con un doblete a la altura de la mejor España, aquella que derrotó a Portugal en los octavos de final de Sudáfrica 2010.