No es la primera vez que Andreu Casadevall y Pep Cargol comparten equipo. Ambos coincidieron hace más de 30 años en Santa Coloma de Gramanet, ciudad natal del técnico. Fue en 1983, el año que el Círculo Católico de Badalona traspasó su licencia a la localidad colomense y se reconvirtió en Licor 43. Allí llegaba un prometedor pívot de Sant Joan Les Fonts, Pep Cargol, al que acabó traspasando al Real Madrid para sobrevivir. "Yo estaba alternando la coordinación de categorías inferiores con el equipo juvenil y luego estuve también como ayudante del primer equipo", recuerda Casadevall, que entonces tenía 23 años. "A mí me fichó el Círculo Católico y estuve un año en Badalona. Al siguiente se fusionó con el Santa Coloma. Llegué en juveniles y me fui en el año 85 a Madrid", resume Cargol.

El exjugador llegó como pívot y se marchó como alero, una evolución posible gracias, entre otros, a Casadevall. "Estuve trabajando con él técnica individual porque llegó para jugar por dentro, pero la intención del club era que saliera a la posición de tres. Lo fuimos sacando al cuatro y después trabajamos para que jugara de alero", explica el técnico.

"El concepto de técnica individual, de trabajar con los jugadores, fue muy importante, así como que el club tuviera la generosidad de apostar por un jugador joven. Los entrenadores de Santa Coloma y el trabajo que hice con Andreu y otros entrenadores me posibilitó poder cambiar de un interior que se movía bien a ser alero de la selección. Esa evolución fue posible gracias a toda la gente que trabajó conmigo", admite Cargol.

Ambos guardan un grato recuerdo de aquellos años, de otro baloncesto, del trabajo con los jóvenes, del trabajo en la pista y de las reuniones fuera. "Era una persona aplicada, seria, no te daba ningún problema. Muchas veces nos juntábamos donde teníamos concertadas las comidas, me gustaba ir a comer o cenar con ellos. Era un jugador con muchas ganas de aprender y mejorar y eso para el entrenador es gratificante", apunta Casadevall.

"Había un piso que vivíamos varios jugadores jóvenes y nos juntábamos en el bar Canadá. Claro, tenía 17 años, estaba solo, necesitaba algún referente, hablar, comentar las cosas. Como entrenador era muy paciente, muy dedicado, muy atento. Yo me sentía siempre muy protegido y ayudado porque estaban siempre muy pendientes de ti", rememora Cargol. "Trabajábamos mucho con él porque era nuestra estrella, le teníamos una dedicación total y absoluta", indica Casadevall.

Tres décadas después, Casadevall sigue siendo entrenador. Ha evolucionado, poco tiene que ver su trabajo con aquel de cantera. Aun así, Cargol lo reconoce en algún gesto, alguna expresión. "En ese momento tenía veintipocos años y ahora tiene encima una experiencia enorme. También ahora lo que le hace falta como entrenador es distinto porque el trabajo que hacía conmigo era de técnica individual. Pero de vez en cuando cuando estoy haciendo yo la técnica individual con los jugadores y dice algo, ahí está", asegura Cargol.

El crecimiento de Cargol fue acorde con el potencial que el club había adivinado. Tras rechazar varias ofertas en el verano del 85, acabó marchándose al Real Madrid en diciembre de ese año. "Me llamó el presidente Rafa Oltra, me llevaron a un restaurante que tenía, me explicaron la situación, fui a Girona a casa de mis padres, lo hablamos, y mientras iba a Girona Miquel Viñas estaba recogiendo todas las cosas en mi piso y me estaba esperando en el aeropuerto con cuatro bolsas y nos fuimos a Madrid".

"Él no podía decir que no y el club se vio obligado. Recuerdo que Pep dudó de si iba a tener minutos, si su progresión iba a ser buena. En el club la directiva tenía la necesidad de que saliera, su traspaso era la salvación de esa temporada. Le aconsejamos que diera el salto en ese momento porque, además, el Madrid hizo una apuesta importante por él", cuenta Casadevall. En Madrid coincidió con un prometedor base canario, Willy Villar. Pero esa ya es otra historia.