A los Bermejo les separan 36 años. Pero la genética les une. Ambos son de estatura media, fibrosos, explosivos y saltarines. Los dos aman el atletismo. "Hemos sido buenos saltadores", explica Alejandro, que tiene 19 años y este domingo se proclamó subcampeón de España promesa de heptathlon. Por su parte, Roberto, su padre, ha sido uno de los toreros de la historia reciente más importantes en Aragón. "Soy un apasionado del atletismo. Me encanta respirar su ambiente. Se respira mucha energía positiva. Nada que ver con los toros, ni con otros deportes. Aquí no hay empujones, ni patadas. Luchas contra ti mismo y contra el crono", explica.

Los dos se iniciaron en el atletismo practicando carreras de fondo. Después eligieron caminos bien diferentes. A Roberto le inició Arturo Cutillas en el colegio de Silos. "Los técnicos hacen una labor encomiable con los chavales. Son los que te dan las claves de cara al futuro", dice Roberto Bermejo.

Alejandro se inició en el Zurita corriendo crosses desde prebenjamín. Fue el mejor de Aragón en categorías escolares. Hasta que lo captó para la pértiga Félix Laguna. En un año ha explotado en las combinadas. "En el Nacional de San Sebastián he mejorado en el heptathlon 234 puntos y he sumado 5.370. No me lo esperaba. He realizado marca personal en cuatro pruebas", explica el atleta del Simply Scorpio.

En septiembre se fue a la residencia Blume de Madrid y le prepara José Luis Martínez. "Es un cambio bastante fuerte. Vivo solo y sin mi familia. Los dos primeros meses estaba un poco extraño". Estudia el grado superior de deportes. Se entrena por la tarde tres horas diarias. "Estoy en un de los mejores grupos de España. Son siete atletas, destacando Laura Ginés", dice Alejandro, que es un diamante en bruto. Tiene buena cabeza compitiendo. "Destaco en los saltos y el mediofondo, pero debo mejorar en lanzamientos y vallas. Ahora preparo el Europeo de mi edad en Tempere".

Su padre está orgulloso de la trayectoria de Alejandro. "Ejerce el deporte que le gusta. Y está en el sitio adecuado", afirma. Roberto Bermejo pudo ser una figura del triple. "Salté sin entrenarlo 13,96", afirma. Los toros le tiraron más. Tomó la alternativa en el año 84 en Zaragoza de manos de Dámaso González con Ortega Cano como testigo. Ahora es banderillero. "El único punto en común entre el atletismo y los toros es que la condición física es paralela en ambos. Con las banderillas se necesitan reflejos, explosividad, velocidad. La concentración es buena para todo en lo que tengas una gran exigencia", asegura.