Posiblemente si Ángel hubiera metido alguna de las tres ocasiones claras que tuvo después de anotar el primer gol cuando el balón acababa de echar a rodar sería otro cantar, algo más alegre. Pero no fue así. El hombre con más gol del Real Zaragoza no atinó, al igual que el resto del equipo, y las alarmas suenan ya con demasiada fuerza en el club aragonés.

Nadie le va a quitar al tinerfeño sus méritos y sus virtudes. Ángel corre, pelea, brega, se desmarca y se vacía sobre el césped. Pero por desgracia, en el fútbol no gana quien más corazón le pone, sino el equipo que anota más goles. Primero marcó. Luego, en una acción prácticamente calcada, estrelló el balón en la madera. Antes del descanso, un mal control suyo impidió un remate franco en el área y, con el Real Zaragoza agonizando tras el gol de Suzuki, se volvió a topar con el dichoso palo. Lo peor, es que lo más difícil parecía fallarlo. Demasiado perdón cuando el margen de error está bajo mínimos. «Con poco nos hacen gol», dijo ayer Zapater lamentando la derrota. Quizá, queda a criterio de cada uno, ese sea un problema mucho más grueso que la falta de puntería de Ángel, así como la palpable carencia de juego de la que adolece el Real Zaragoza.

Lo que es innegable es que cada jugador tiene unas características propias y, el canario, es pequeño y ratonero. El estilo de juego impuesto por Agné y sus precedesores tiende a minimizar sus múltiples virtudes, que las tiene, aunque la definición no sea su fuerte. Eso le obliga a generar sus propias ocasiones. El canario tiene esa capacidad, poco vista en los arietes de la categoría de plata, pero su indefinición de cara al marco le lastra.

Sin embargo, el carácter dantesco y cómico en el que últimamente vive el Real Zaragoza se encarga de minimizar los puntos fuertes del delantero y de jugar justamente al revés de como sería ideal para un ariete pequeño, totalmente contraproducente ya que a Ángel le nutren de balonazos sin sentido. «Alguna cazará», debe pensar alguno de sus compañeros. El problema es que tienen que llegar muchos, buenos y francos, pero solo alguno acaba entre las redes.

Y a pesar de todo ello, Ángel ya lleva un gol más en 27 jornadas de Liga que en toda la campaña pasada. Curioso cuanto menos. A día de hoy, aunque tenga una y la enchufe o falle más que una escopeta de feria, el tinerfeño es insustituible en el actual Real Zaragoza porque es la más firme más garantía de gol que el equipo tiene, aunque sus cimientos sean frágiles. Dongou ha funcionado a rachas y Samaras acaba de llegar. El equipo aragonés necesita rendimiento inmediato y el estado físico del galáctico griego no invita al optimismo y, a este ritmo, adquirirá un tono óptimo con la temporada ya agonizando. Como el Real Zaragoza, que también agoniza.