Será de los primeros en saltar a la palestra en el Mundial, en el Brasil-Croacia que abre mañana el torneo. Dani Alves lo afronta con la responsabilidad de tener a todo un país detrás, pero con la alegría y el optimismo que le caracteriza.

--¿Qué se siente a medida que se acerca la hora del debut?

--La sensación de que vamos a vivir algo histórico. Jugar un Mundial en casa después de más de 60 años es algo especial y tenemos que aprovechar esta oportunidad de hacer algo grande para Brasil.

--Si ya es importante jugar un Mundial, que encima sea en tu país debe ser lo máximo.

--Sí, es algo único. Tenemos que pensar que nadie ha vivido esta experiencia durante todos estos años y la viviremos nosotros. Sabe Dios cuándo volverá a Brasil un Mundial. Yo le doy mucho valor a estar en la lista.

--¿Predominan los nervios, la responsabilidad, la ilusión, el vértigo-?

--De todo un poco. Hay ilusión y ganas de jugar, pero también preocupación. Vamos a jugar en casa y no puedes fallar. Es un desafío ilusionante con un puntito de preocupación.

--¿Entiende que no juegan solo por ustedes, sino que tienen encima un país?

--Naturalmente. El país del fútbol, el cinco veces campeón. Y todo recae encima de un grupo de jóvenes primerizos en un torneo así. Creo que solo seis disputaron antes un Mundial.

--¿Recuerda qué estaba haciendo en el año 2002?

--Brasil es fiesta y seguramente debía celebrar alguna fiesta con la clasificación de Brasil para la final. Siempre veíamos los partidos con la familia y los amigos. Mi casa era como un mini Maracaná. Me gustaría revivir aquella sensación y repetir lo que hizo mi ídolo Cafú, poder dedicarle el título a tu país, a tu gente. Es algo que uno sueña.

--Solo faltará usted en casa. ¿Se imagina en la final en Maracaná?

--Es muy fuerte. Uno no llega a darse cuenta de lo bonito que es vivir tu profesión y tener una oportunidad como esta. Si se presenta una posibilidad así hay que luchar para aprovecharla. Es algo diferente, como la Champions League: cuando suena la música ya sabes que juegas un partido diferente.

--¿La Copa Confederaciones del año pasado fue un ensayo de lo que puede pasar ahora?

--El premio más gordo no fue la copa en sí, sino recuperar la confianza de la gente en la selección. Si está con nosotros, será un equipo muy difícil de batir. Somos 180 millones de personas y la mayoría --niños, niñas, hombres, mujeres, abuelos, abuelas-- miran el fútbol.

--Ahora más que nunca, porque distrae de los problemas.

--Sí, pero Brasil ha mejorado mucho. El país ha evolucionado, aunque no en el sentido que debería, creo. Por ejemplo, habría que dedicar más medios a la educación, y arreglada la educación puedes evolucionar. En nuestra bandera pone orden y progreso. Brasil ha evolucionado en el progreso, no en el orden. Si cuidara un poco más el orden, el progreso podría ser más rápido.

--¿Han recuperado en cierto modo el ambiente del 2002?

--Es la energía que ahora tenemos, la sensación de que estamos arropados y que los aficionados están ilusionados con que les hagamos disfrutar, se sienten identificados con la selección como era antes.

--Como cuando usted pensaba que era Cafú ante el televisor.

--Eso quería decir: yo animaba y chillaba ante la tele. Igual no les llegaba a los jugadores, pero lo vivíamos así. En 1994 también era así. Era la necesidad que teníamos de rescatar eso, de que la gente piense: Brasil es mi país, y con mi país voy a muerte.

--¿Son conscientes de la deuda histórica que tienen de generaciones anteriores?

--Brutal. En la vida es difícil tener una oportunidad; tener dos es la hostia y no puedes desaprovecharla. Tener la conciencia de todo lo que supone tener el Mundial aquí y entregarse por toda la gente que sufre por Brasil. Seguro que saldrá bien.

--Aún hay aficionados vivos que recuerdan lo de 1950.

--Claro. Fue muy decepcionante. Pero lo que no mola del fútbol es buscar culpables. Como le pasó a Barbosa. Es un deporte colectivo: si ganamos o perdemos, todos somos héroes o culpables.

--Para alguien que no lo vivió, ¿cómo explicaría el Maracanazo? ¿Fue una catástrofe?

--Sí, sí. Para un país que vive tanto el fútbol, fue una catástrofe. Cabían 100.000 personas en Maracaná y acudieron 210.000. ¿Sabe lo que es esa cantidad de gente en un estadio esperando la victoria y que se pierda el título en casa? Es frustrante. Puede suceder, pero no acepto que se busquen culpables.

--¿Han hablado del Maracanazo con Scolari, con la psicóloga?

--No. Pienso que es mejor pensar en positivo que en negativo. Si pensamos que puede ocurrir otro Maracanazo, mejor no ir. Te quedas en casa y ya está. Puede suceder luego, el fútbol es un juego. Pero queremos volver a jugar una final en Maracaná y que el desenlace sea diferente.

--El camino es difícil. Para empezar les toca Croacia.

--Muy difícil. La gente que no sigue el fútbol no lo sabe, pero quien sigue el fútbol sabe que Croacia juega muy bien, y en un Mundial, si no ganas el primer partido, vas con la soga al cuello. Ganar un Mundial es muy complicado. No puedes ir pensando en quién te tocará en la segunda fase. Primero, clasifiquémonos y luego, que toque el que toque.

--Brasil debate entre el 'jogo bonito' y ganar. Como el Barça...

--Soy partidario de eso. Yo no juego solo para ganar. Para eso no voy. Si estuviera involucrado en otro trabajo, pensaría igual. Yo quiero que ese ganar tenga una magia. Que la gente mire y diga: yo quiero ser como ese. Como esa empresa, como ese equipo, como ese periodista.

--Usted ha crecido en la cultura brasileña, con el gran Brasil.

--Lo he vivido también con el Barça. La gente no ha valorado suficientemente al gran Barça.

--En Europa se idolatra al Brasil de 1982, aquel que maravilló pero no ganó.