Emocionado después de vivir en soledad los 90 minutos en la grada, el técnico del Tarazona, David Navarro, guardó sus primeros minutos para hablar por teléfono con sus seres queridos antes de dar rienda suelta a toda la tensión acumulada durante el partido. «Me siento muy feliz, sobre todo en paz», fueron sus primeras palabras tras cumplir el sueño de un proyecto que comenzó hace un lustro pero en el que siempre confió y nunca dejó de creer. «Es el sueño de cinco años, ha costado y bueno, por fin lo tenemos en la mano», afirmó con los ojos vidriosos.

No ha sido una casualidad, esta plantilla ha peleado desde el inicio de temporada por estar en lo alto de la clasificación. Años atrás le ha tocado la otra cara de la moneda pero el vestuario siempre ha respondido dando un plus en cada entrenamiento. Ahora pueden decir que se merecen y se han ganado este ascenso. «A este grupo de jugadores desde el principio se les veía algo diferente y se lo hemos hecho saber desde el principio de la temporada», valoró el técnico, que ha conformado un grupo que ha sido capaz de soñar y forjar el ansiado ascenso a la categoría de bronce para Tarazona.

Las condiciones en las que ha peleado este equipo nunca han sido las más favorables. Después de estar primeros durante gran parte de la campaña, vieron cortada su progresión debido a la crisis sanitaria. Mantuvieron el bloque unido y sellaron a fuego que si volvía el fútbol, ellos estarían ahí para luchar por subir.

«Ha sido una final muy difícil y una temporada muy dura, pero hemos podido cerrarlo con un final feliz», agradeció el entrenador, que preparó a conciencia esta semana de enfrentamientos que decidirían quién merecía estar en la categoría de bronce.

Saltó al campo para celebrar con su plantilla y cuerpo técnico lo que se habían ganado después de cinco años. Es posible que haya dudado en este camino pero, si lo ha conseguido, es porque realmente creía en ello.