A sus 67 años, Jorge Guillén no para un segundo. Es un hombre hiperactivo. Es médico de la selección española sub-21 y la olímpica de fútbol y miembro del Comite de Dóping de la FIFA. También es jefe de servicios médicos del Joventut. "Además, todos los días camino y hago gimnasia todos", afirma. Guillén fue el primer aragonés que participó en unos Juegos, en Roma el año 60.

Con tantos años de experiencia, el zaragozano cree que el equipo de básquet de España puede hacer un gran papel en Atenas. "Tenemos un gran equipo y sólo falta que Rudy Fernández destape el tarro de sus esencias puesto que es un jugador espectacular". Cree que el equipo de Gasol puede "ser un Dream Team como el cuadro que se llevó la plata en Los Angeles 84". En esos Juegos Guillén era el médico de España.

España nunca ha tenido fortuna tanto en baloncesto como en fútbol y no ha ganado un título Mundial. Sólo tiene el orgullo de haber logrado la Eurocopa del año 64 frente a Rusia. "Fuimos subcampeones de Europa de baloncesto con Buscató, los dos Estrada y Santillana. Aquel equipo de Díaz Miguel fue espectacular", recuerda Guillén.

Jorge Guillén tiene su teoría sobre la decepción constante del equipo nacional de fútbol. "La gente se piensa que somos muy buenos como equipo, pero el nivel de la Liga española sube mucho por los extranjeros. En fútbol no sabemos suplirlo y en baloncesto sí", explica el veterano médico.

Saporta y Díaz Miguel

Para Guillén, dos personajes fundamentales del baloncesto español fueron Raimundo Saporta y Antonio Díaz Miguel. "La tercera persona podría ser Anselmo López, Segura de Luna, Alfonso Martínez, Nino Buscató y, evidentemente, Epi". Saporta era "la inteligencia y el enamoramiento con el baloncesto y Díaz Miguel fue el brazo ejecutor de las ideas de Saporta".

Guillén trabajó como médico de la selección de fútbol en el Mundial de España, en la época del 12-1 a Malta con el subcampenato en Francia con Miguel Muñoz. "Después pasé a la sub-21 donde estuve en tres Europeos y en los Juegos de Sydney". En el pasado Europeo de Portugal formó parte de los sevicios médicos de la selección.

Guillén disputó los Juegos de Roma en el 60. "El ser olímpico es un título para toda la vida, decía mi amigo Garriga. El borjano es un fenómeno y con esa frase me lo demostró", apunta.

Guillén era un enemigo de la Coca Cola y los helados para los deportistas. "Los jugadores se enfrentaron conmigo por eso. Un día comiendo en Múnich se sentó enfrente de nosotros Spitz". El nadador comía con Coca Cola y helado. "Brabender me dio con el codo y me dijo: ´Doctor. ¡Te has fijado!´. A partir de entonces cambié de parecer y les dejé tomar a nuestros deportistas helado y Coca Cola", explica.

El título en Roma se lo llevó Estados Unidos. "Con Filipinas perdimos de un punto y nos apeó de la fase final. No nos fue nada bien. Terminamos el 14". Guillén recuerda que estaban en ese cuadro "Buscató, los aragoneses Alfonso Martínez y Navarro, Bertomeu, Borrell, Codina...". Con 1,91, Guillén jugaba de pívot. "Iba bien servido, pero el techo de España era Martos".

Guillén jugó en Zaragoza con el Iberia. La rivalidad con el Helios era tremenda en la década de los sesenta. "No me quiero olvidar del alma mater del Iberia, Angel Anadón, empresario del Teatro Principal". En aquellos años, el baloncesto aragonés estaba en la prehistoria.

Guillén nació en Jerez de la Frontera y a los cuatro años se trasladó a Zaragoza. "Mi padre es aragonés, mi abuelo era secretario de la Audiencia y mis tíos hicieron las torres del Pilar". Tiene tres hijos. "Son muy modernos y no son partidarios del matrimonio. Me ilusionaría ser abuelito. Están todos separados y son partidarios de ser amigos de mucha gente. Gorka es profesional de golf", afirma Guillén.

Guarda una buena amistad con Michael Jordan. "Lo conocí en Los Angeles 84. Mi hijo Gorka jugó con él a golf. Nos carteamos y me manda algunas fotos", explica.

El año 62 le entró el veneno de la trumatología viendo en la Casa Grande una operación de fémur. "Les ayudé a los cirujanos, me gustó aquello y a partir de entonces empezó mi fanatismo por la especialidad". En Barcelona lleva viviendo 37 años y "siempre he ido de francotirador como traumatólogo, he ido por libre".