Antes del partido ante el Nástic ya lo avisó Natxo González, cuando se le preguntó por enésima vez la necesidad de dejar la puerta a cero, tarea vital y que el equipo aún no ha logrado en Liga, cuando esa solidez defensiva es innegociable para su técnico. «Creo que no se ha hecho hincapié en la eficacia en el área contraria. Si llevásemos tres o cuatro goles más…». Dos jornadas después, tras jugar contra el cuadro catalán, en un partido mediatizado por Figueroa Vázquez y su absurda expulsión a Borja Iglesias, y hacer méritos para remontar y ganar en Oviedo, el Real Zaragoza sigue sin aprobar esas dos asignaturas. Ni ajusta bien los mecanismos defensivos, porque siempre concede ocasiones, ni es contundente en el área rival, donde genera muchas más oportunidades de las que marca Es decir, no domina ninguna de las dos áreas, un problema grave que conviene tener muy presente por encima de las buenas sensaciones que a ratos desprende el equipo.

El Zaragoza no es, por ahora, un bloque fiable y fiabilidad es probablemente la palabra más repetida en el ideario de Natxo González, algo que consiguió en el Reus, en el Alavés o el Sant Andreu, pero que todavía no ha logrado aquí. Así, el resultado es que el equipo deambula en la zona baja, con seis puntos de 21 posibles (su peor arranque histórico en Segunda), pero expresando a gritos una confianza en el trabajo que se asegura de puertas afuera y que se mantiene en el interior del club y del equipo.

De hecho, se conserva en el vestuario, con Natxo González a la cabeza. «Siempre les digo a mis jugadores que todo llegará, estoy convencidísimo. Yo estoy muy tranquilo y voy a estarlo mientras el trabajo se haga bien. El equipo está muy vivo y esto es una carrera muy larga. Lo normal es que el fútbol te dé los resultados que mereces», decía el técnico en la sala de prensa del Tartiere.

Y se mantiene la confianza en el club, donde el propio Lalo Arantegui decía hace una semana que ni se le pasaba por la cabeza dar un plazo al entrenador, en el que el director deportivo tiene una fe absoluta. En las oficinas de la entidad las palabras más repetidas son paciencia y proyecto a largo plazo, a dos o tres años vista (aunque si se puede subir este, mejor, mucho mejor). Sin embargo, a todos en el Zaragoza les escuece ver al equipo tan abajo, empatado con el descenso aunque fuera de él, cuando ha hecho méritos para estar mejor.

LOS GOLEADORES / El déficit de eficacia es claro. No lo señalan tanto los números, porque el Zaragoza con siete goles, con tres de Borja y uno de Toquero, Zapater, Buff y Mikel González, en siete partidos (solo se quedó sin marcar en Tenerife y ante el Alcorcón), es el decimocuarto de la categoría en esa faceta. Con 28 remates a portería es el sexto de Segunda, junto a Numancia, Barça B y Osasuna, que más lo hace y su porcentaje de acierto es del 14%, en torno a la mitad de ese ránking. ¿Y las anteriores temporadas en Segunda? El Zaragoza llevaba siete goles en siete jornadas, como ahora, en la 13-14 (8 puntos) y en la 14-15 (12), seis había hecho en la 15-16 (9) y solo el curso pasado con Luis Milla llevaba muchas más dianas, hasta 12, con 11 puntos.

Es indudable que esa falta de eficacia sí ha sido clara en tres partidos de Liga que, con mayor acierto, habrían propiciado una situación más desahogada, con hasta siete puntos más. El primero de ellos fue ante el Granada, donde se adelantó el cuadro nazarí (Pedro), pero falló Borja un mano a mano, hubo una buena parada de Javi Varas a volea de Pombo, un disparo al palo de Toquero y otra buena intervención del meta del cuadro granadino a falta de Zapater. El duelo acabó en tablas, con la diana de penalti marcada por Borja, pero el Zaragoza mereció todo el botín.

En Lugo, el error del equipo fue no cerrar el partido cuando se puso con ventaja con el tanto de Buff. En el Anxo Carro, Ángel y el mediapunta suizo tuvieron buenas ocasiones, Borja falló otro mano a mano, donde la cruzó demasiado, Toquero no supo acertar en un cabezazo estando solo y Juan Carlos hizo un paradón a tiro lejano y colcado de Alain. Al final, un gol de Iriome en el descuento dejó al Zaragoza sin tres puntos tras haber empatado antes Seoane.

EN EL TARTIERE

En Oviedo es la tercera cita donde el equipo tiene la impresión de haberse dejado otros dos puntos en el camino, con un empate que debió ser victoria. En la segunda parte, Borja cruzó mucho un remate cuando estaba solo, el meta del Oviedo le sacó un mano a mano y mandó al limbo un gran control con un pésimo disparo. Ángel tuvo otro mano a mano, Papu no llegó a empujar un balón del lateral zurdo zaragocista por un milímetro y Zapater mandó una falta al palo tras despeje del meta, aunque esta última ocasión fue en el comienzo del encuentro.

En los otros cuatro choques ligueros la producción ofensiva ha sido menor. Casi nula ante el Alcorcón, con solo un disparo de falta de Buff al larguero como única oportunidad, y condicionada por el árbitro ante el Nástic, ya que el Zaragoza jugó toda la segunda parte con 10. Antes de eso, había marcado en un córner (Toquero) y había dispuesto de otra ocasión, de Febas, tras una buena acción personal.

En Tenerife el conjunto de Natxo González mereció perder y solo generó peligro en un reverso de Borja que acabó en el lateral de la red y en un disparo de Buff tras pase del ariete gallego, mientras que en Córdoba firmó su única victoria gracias al acierto de su 9, que anotó dos buenos goles en su tarde sin duda más lúcida como zaragocista.