--Cuelga las botas en el 2011. ¿A qué se dedica Delio Toledo?

--Tengo un polideportivo, con dos canchas sintéticas y que se alquila sobre todo para gente mayor, y también una escuela de fútbol para niños de entre 6 y 12 años. La escuela, que está en el barrio de Fernando La Mora de Asunción, lleva mi nombre. Para que así me identifiquen bien... (Sonríe). Y el polideportivo se llama Dos Toques, por mis iniciales. La verdad es que no me puedo quejar, me va bastante bien.

--Le retiran las lesiones.

--Sí. Tras volver de Turquía llego al Club 3 de Febrero de Ciudad del Este. No pude jugar por esas lesiones. Aún lo intenté en un equipo de la Intermedia, pero ahí, con una rotura de menisco, ya lo dejé. Quería ayudar a los chicos y ese era mi incentivo, pero el físico me dijo que había llegado hasta ahí, que ya valía.

--Ficha por el Zaragoza en el verano del 2002. Era su segunda aventura en España. Antes había estado en el Espanyol...

--Al Espanyol llegué en enero del 2000. Recuerdo la Copa en Mestalla que ganamos contra el Atlético con el famoso gol de Tamudo a Toni. Yo estaba lesionado en la rodilla y no pude jugar.

--Allí estaba Paco Flores, que le vuelve a reclutar para el Zaragoza, entonces en Segunda.

--Llegué prácticamente con la carta de libertad, el Zaragoza solo tuvo que acordar que el 50% del pase se lo reservaba Colón de Santa Fe. Paco Flores apostó fuerte por mí, era mi revancha por llegar otra vez a la Liga, aunque fuera en Segunda, pero era el Zaragoza, un club muy querido en Paraguay y con mucha historia. No dudé. Me tuve que pelear con toda la gerencia de Colón para que me dejaran irme.

--Había sido usted uno de los protagonistas del caso de los pasaportes falsos. Acabó absuelto, pero, ¿qué recuerda de aquello?

--Que fue un trago horrible. Pasé momentos malos, también mi familia. Me agarró todo de sorpresa y fui una víctima de aquello. Tuve que aclararlo con Pedro Aldave, mi agente. Él y un empresario, Epifanio González, tuvieron la culpa de todo. Mi parte de culpa fue por creer en la gente, por confiar sin preguntar mucho de dónde vienen las cosas. Por suerte todo se solucionó.

--El caso es que en el Zaragoza juega como extranjero.

--No quedaba otra. Ya tuve esa mala experiencia y decidimos hacer todo estrictamente bien hasta que tuviera la doble nacionalidad, que la obtuve en el 2006, antes de irme a Turquía.

--Con Paco Flores el Zaragoza logra el ascenso a Primera en un año. ¿Qué recuerda de él?

--Paco es muy directo, de los que van de frente y te mira a los ojos para ver si le sigues o no. A mí me gusta la gente así. Al principio chocaba un poco por su carácter, pero prefiero a este tipo de personas que a los que te dan vueltas y no sabes realmente lo que quieren decir.

--Decía que la mano izquierda es para los malos toreros.

--(Sonríe) Él no la tenía. Eso está claro, pero tenía otras virtudes.

--En Primera llegan Savio, David Villa, Ponzio, Gabi Milito o Álvaro. Hay un buen equipo, pero no arranca al principio.

--Había calidad, llegaron varios jugadores que eran la columna vertebral de ese equipo y costó la adaptación, el complementarse con los que ya estábamos. Nos costó arrancar y le pasó esa factura al míster, le tuvieron que dejar ir. El fútbol tiene estas cosas, los entrenadores saben que cuando no hay resultados hay que poner un paso al costado, pero eso no quita el enorme mérito de aquel ascenso en una situación muy difícil, porque el ambiente cuando yo llegué tras el descenso no era nada bueno.

--Después vendrían dos descensos más, pero aquel del 2002 era el primero en 25 años....

--Estaban la gente, los medios y los dirigentes con esa sensación de catástrofe por bajar. Se respiraba esa tensión tras aquel fracaso. Y Paco supo reconstruir todo aquello para lograr el ascenso.

--En enero del 2004 Víctor coge el equipo y la Copa de Montjuïc se logra dos meses después.

--Ese fue uno de los momentos más felices de mi carrera. Quizá el que más. Me pilló además jugando mucho, participando en todo el torneo y en la final.

--Iban de víctimas ante el Madrid Galáctico y ganaron.

--El peso lo tenía el Madrid y nosotros ese favoritismo suyo nos sirvió de motivación, de fuerza para demostrar que un equipo que luchaba por no bajar podía ganarles y levantar aquella Copa. La fuerza que salió desde dentro de cada uno fue la clave.

--Aquel gol de Galletti...

--Ni sé aún después de diez años cómo celebré aquel gol. En serio. Recuerdo la jugada. La tengo yo en la banda, se la entrego a Movilla y éste a Galletti, que le pegó. Recuerdo ver el balón cómo entra, pero no sé si me abracé con César, con Álvaro o con Gabi. Fue, algo increíble, indescriptible. No teníamos champán y Savio fue al vestuario del Madrid para pedírselo y poder festejar. Pero tampoco lo pudimos celebrar tanto, porque teníamos cuatro días después un partido importante en la Liga contra el Espanyol.

--Desde entonces hasta el final de su etapa en el Zaragoza su entrenador es Víctor Muñoz.

--También es un tipo frontal, directo, que está muy encima del jugador. Es muy intenso, muy profesional. Cuando él llegó, estaba lesionado por un problema de pubalgia y me dijo que quería contar conmigo y que si me recuperaba iba a ser de gran ayuda al equipo. Y jugué mucho con él. Conmigo se portó espectacular.

--En el verano del 2005 renueva por una sola temporada.

--Y con el mismo contrato. Lo pasé mal. Llevaba tres años ahí, mi salario era de los más bajos y estaba haciendo bien las cosas. Me sentí muy poco valorado, pensé que no se daba importancia a mi trabajo. El club miró por sus intereses, pero la verdad es que me enfadé y me enojé mucho.

--Esa temporada última fue su mejor año en el Zaragoza.

--Exacto. Fue el que más jugué, llegamos a la final de Copa y con la selección de Paraguay disputé el Mundial. Todo ese episodio de mi renovación fue una motivación extra para hacer una buena temporada y buscar otro club que de verdad me valorara, como pasó con el Kayserispor.

--Antes de irse a Turquía pierde aquella final de Copa en el Bernabéu contra el Espanyol, después de un torneo fantástico, con partidos memorables del Zaragoza ante Madrid y Barça.

--Aún me cuesta entender cómo se nos fue ese título. Pasó lo mismo que contra el Madrid, pero al revés. Esta vez fuimos de favoritos nosotros y nos tumbaron.

--El ambiente en aquel vestuario no fue el mejor. Aquella decisión de que Savio no jugara de inicio y sí Oscar generó tensión.

--Quizá el ambiente no fuera el adecuado en el grupo. Yo pensaba que Savio debía jugar esa final. Para mí estaba claro. No entendí eso, esa decisión que tomó Víctor Muñoz. Hubo esa especie de división en el vestuario, pero, de verdad, para mí la clave de perder aquella final fue ese ambiente de demasiada euforia, muchos nos veían ya de campeones antes de jugarla. Y ese ambiente nos perjudicó y perdimos bien, de forma merecida.

--¿Se acuerda de sus goles en el Zaragoza?

--Hice muy pocos, creo que tres. Y casi no pude celebrarlos. En el Bernabéu porque era tras el atentado del 11-M y los dos al final del partido en el Calderón porque acababa de fallecer Jesús Gil. Mis amigos aún me lo comentan de vez en cuando, para los pocos que metía y en campos tan especiales...

--Cuatro años estuvo en el Zaragoza, ¿qué suponen en su vida deportiva?

--Yo estoy muy orgulloso de toda mi carrera. Pude jugar un Mundial, representar a mi país, y eso fue lo máximo. Y el Zaragoza en todos esos años de fútbol supone mucho. Muchísimo. Siempre me quise quedar y mi familia, mis hijas, estaban muy a gusto en la ciudad, muy metidas y asentadas. De hecho, ahora en julio vamos a visitar a los amigos, que nos quedan muchos aún allí. El Zaragoza es el club más importante de mi carrera, no tengo ninguna duda, fue donde más me sentí futbolista.

--Para el aficionado zaragocista, Delio Toledo pasó como un futbolista bueno en defensa, pero no muy dotado técnicamente.

--Cada jugador tiene sus cualidades. Yo explotaba lo que hacía bien, mis características eran de marcador, de jugador de cierre. Yo no necesitaba que Savio me ayudara en la marca, yo le daba la pelota y que él hiciera lo que sabía con ella. Si hubiera sido un futbolista de gran técnica como él, pues a lo mejor no habría jugado en el Zaragoza, habría acabado en el Milan o en el Manchester United. Sí me dolían los comentarios más críticos o injustos, pero mis virtudes estaban claras. Yo trabajé mucho, era un lateral defensivo y mi función la tenía que cumplir.

--¿Sigue al Zaragoza?

--Bastante, todo lo que puedo. Cuando lo retransmiten por cable lo veo y, si no, sigo los resultados, leo y me informó de cómo ha jugado.

--Estará, claro, preocupado por el momento que vive el club. En Segunda, con una terrible fractura social, con crisis económica...

--Me da muchísima tristeza . Por el cariño que le tengo al club, a la gente de allí, verlo así me deja preocupado, por cómo lo pasan la afición y los jugadores.

--¿Qué le cuentan de la gestión de Agapito Iglesias? Antes el Zaragoza era un club señor en los pagos, pero ahora...

--Me han contado que ha habido problemas de cobro, atrasos, Tampoco sé mucho más. De Agapito como persona no puedo opinar, solo hablaría por referencias y no sería justo que lo hiciera. De Soláns sí puedo hablar y los pagos los respetaba muchísimo. Si te decía que el día 4 de ese mes te iba a llegar una cantidad. Allí estaba, el 4 te pagaba, sin fallo. Y eso es muy importante para un trabajador.

--La situación es tan crítica que aquí se teme hasta por una desaparición si no llega dinero antes del 30 de junio...

--Ojalá no llegue a eso, hay que buscar una solución como sea y pasa seguro por una buena gestión. Cuando Agapito agarró el club yo me marché entonces, pero a mí me decían que todo iba a ir bien, que era un empresario de la construcción, con dinero... ¿Quién iba a pensar que llegaría a esto el Zaragoza en unos años? Pero así ha sido.