La lesión de Leo Messi parecía abrir de par en par las puertas de la titularidad a Ousmane Dembélé, pero el extremo francés, lejos de darse prisa en cruzarlas, prefirió tomárselo con calma. Tanta, que a Valverde se le acabó la paciencia. El miércoles, ante el Inter de Milán, el técnico no solo dejó al segundo fichaje más caro de la historia del club en el banquillo, sino que ni siquiera le mandó que saliera a calentar en previsión de una posible sustitución. «Es un jugador más de la plantilla», se limitó a comentar cuando, tras el partido, se le preguntó por la suplencia del Mosquito.

No es ningún secreto que Dembélé está atravesando serios problemas de adaptación tanto dentro como fuera del campo. Nadie discute que es un futbolista con unas condiciones fuera de lo común, pero su rigor táctico está muy por debajo de lo que requiere un equipo como el Barça, en el que la posición es un factor clave del juego.

Valverde lo alineó en el once titular en los primeros duelos de la temporada y el delantero francés respondió con goles, pero, tras una racha de tres partidos sin ganar, perdió el sitio. Al verse relegado al banquillo, respondió adoptando una actitud indolente que en las últimas semanas ha incomodado a algunos de sus compañeros.