Se rompió. Otra vez. Se rompió Ousmane Dembélé en Anoeta. Y eso que no jugó ni media hora, ya que sustituyó a André Gomes. Pudo terminar el partido, pero ya notando unas molestias musculares en la pierna izquierda de las que se desconocían entonces su gravedad. Ayer, ya en la ciudad deportiva de Sant Joan Despí, el joven francés descubría la tremenda (y preocupante) fragilidad de sus músculos. En septiembre, recién llegado al Barcelona, Dembélé daba un taconazo en Getafe y se despedía del año 2017. En San Sebastián no se vio cuando padecía esa «rotura fibrilar en el músculo semitendinoso de la pierna izquierda», la misma de Getafe. Dembélé acabó en la enfermería en el 2017 y arranca también el 2018 en el mismo lugar.

No sale de una lesión que se mete en otra, muy a su pesar, deprimido como está porque no había sufrido nunca problemas musculares. Y menos de esta magnitud tan severa. Llegó al Camp Nou, convertido entonces en el fichaje más caro de la historia, con un precio que ascendía a los 105 millones de euros más 40 en variables. Todo cambió, víctima quizá de la presión que le supuso su fichaje, obligado como estuvo a tensar al máximo sus relaciones con el Borussia Dortmund para vestirse finalmente con la camiseta azulgrana. Por una razón u otra, no hay manera de que Dembélé tenga regularidad y continuidad en su participación con el conjunto catalán. No le dejan sus propios músculos, más frágiles que de costumbre.

El Barça especificó, eso sí, que la rotura fibrilar «no tenía afectación en la cirugía del bíceps femoral» de la pierna izquierda que le realizó el doctor Sakari Orava en Finlandia. Justamente cuando hacía cuatro meses de esa intervención al delantero en uno de los músculos más delicados para un futbolista.

Por eso, Valverde, prudente como es, no quiso forzar la recuperación de Dembélé, quien quería volver para el clásico del pasado 23 de diciembre. Pero el Txingurri no forzó. Tampoco lo ha hecho en este mes de enero, cuando le iba dando entrada en el equipo de forma progresiva, mimándole para evitar lo que, al final, resultó inevitable.

Tres ratos jugó Dembélé en el 2017: 24 minutos ante el Espanyol, donde dio una asistencia de gol a Suárez; 71 (y titular) ante la Juve y 26 antes de caer lesionado en Getafe. Cuatro ratos ha disputado el francés en el 2018: 19 minutos en Balaídos, 67 ante el Levante (titular), 31 en la vuelta copera contra el Celta de Unzué, ya con el partido resuelto, y 25 en Anoeta.

Un total de siete encuentros en los que solo ha sido titular en dos ocasiones y ninguno completo, dificultando aún más su adaptación al juego del equipo. Cuando empezaba a emitir síntomas de la profundidad y velocidad que puede dar al Barça, sus músculos se han quebrado de nuevo.

Valverde, por lo tanto, se ha visto obligado a construir su obra sin el descaro del francés, sin las habilidades de uno de los jugadores de mayor talento en el fútbol mundial, a quien pierde para el próximo mes. Llegando, si es que está completamente recuperado, al duelo europeo con el Chelsea en Stamford Bridge (20 de febrero), con la presión añadida que supone mirarse la pierna izquierda, que le ha fallado ya dos veces.