"Nunca me he jugado tanto como me juego ahora", asegura alguien que ha disputado más de una docena de finales, centenares de partidos decisivos en 21 temporadas como profesional. Ahora, con 39 años, juega para ayudar al BM Aragón, colista, para echar una mano a sus compañeros e intentar salvar la categoría. "Quería haber aguantado un poco más, la verdad", confiesa Demetrio Lozano, retirado en verano, al que han convencido las circunstancias, el reto y el equipo.

"Les pregunté, primero a los capitanes y luego a todo el equipo, si preferían que me quedara como entrenador o si preferían que volviera a jugar, que haría lo que ellos me pidieran. Y me pidieron que volviera", explica el jugador. "Había tomado la decisión de dejar de jugar y me llenaba ser entrenador, pero también lo pasas peor como entrenador que como jugador", continúa, asegurando que no le ha supuesto ningún esfuerzo. "Es lo que llevo haciendo toda la vida".

"Piensas que puedes echar una mano y que estás en la banda en una posición muy cómoda. En cuanto me dieron una excusa, pregunté si querían que volviera", indica. La excusa fueron las bajas, los problemas físicos. Sergio Martínez dejó el equipo por una oferta laboral en Barcelona, se lesionó Juan Castro, Clavería sufrió un esguince, a Sergio García le daba problemas la rodilla... "Llegamos a León con dos primeras líneas, Castro y Del Valle, y, si no llego a jugar yo en Valladolid, solo teníamos a uno", señala.

Continúa siendo el entrenador del equipo, pero diferenciando muy bien ambos papeles. "Lo hemos hablado y dejado claro: en los partidos, soy jugador. Ayudaré al entrenador, pero no puedo decidir quién es titular, quién tira los penaltis, quién prepara la jugada, porque al estar dentro, aparte de que estás caliente, formas parte de la decisión". Durante los partidos decidirán Michel Martín y Chechu Gargallo, sus hombres de confianza.

Demetrio explica que, en otras circunstancias, su decisión hubiera sido bien diferente. "Si hubiéramos seguido con Mariano o en un equipo que aspirara al quinto o sexto puesto, con cinco fichajes como hace un año... a lo mejor así no hubiera vuelto, les hubiera dicho 'no, seguid ese camino que es vuestro y peleadlo vosotros que yo ya lo he peleado'. Pero este cambio de jugármela con los chavales es mucho más atractivo", señala el alcalaíno. Se siente responsable, y mucho. "La responsabilidad es distinta. Nunca me he jugado tanto como me juego ahora porque ahora no es solo mi credibilidad como jugador, que creo que no la perderé, sino también mi credibilidad como entrenador, como gestor de un grupo humano, responsable de una afición, de un Balonmano Aragón, un club con años de historia".

La táctica y la motivación

Como jugador no hace falta descubrir a Demetrio Lozano. Como entrenador, es el propio Demetrio el que se va descubriendo cada día. "Una buena tarea de entrenamiento es una que tú sabes que haciendo un ejercicio de esta manera, con esta intensidad, en este tiempo, mejoras el pase. Eso sería fantástico. Pero no me había dado cuenta de que la actitud del entrenador ante esa tarea es tan importante o más que la propia tarea. El ánimo, el grito de antes, el control de la emoción que tengas, de que la gente se involucre, las caras, todo eso tiene más importancia que la propia estructura".

La exigencia es máxima como técnico, más ante un grupo tan joven. "Cada día tienes que ponerte delante del equipo y esperan tus palabras, tu discurso, tu chascarrillo, y tienes que ser firme, constante, tener las cosas muy claras. Y te ponen a prueba. El lunes están esperando a que hables. Y hay que hablar". Demetrio se ha encontrado un grupo muy receptivo, que le escucha y le hace caso. Pero también hay que saber adaptarse a las circunstancias. "Ha habido semanas malas de partido y semanas duras de entrenamiento en las que yo me he convertido en más ogro, más exigente, más broncas, más duro. Yo creo que soy un tío majete, más de bromas que de broncas, pero si el equipo lo necesita hay que hacerlo y hay que asumirlo".

De momento, en la pista el cambio principal es el número que luce en su camiseta. El 18 en vez de el 11. "El 11 lo llevaba Clavería y me lo ofreció, pero le dije que no se preocupara, que me daba igual. No soy maniático. Uno de los números que quedaba era el 18 y lo pedí por Pepelu (el exjugador José Luis Pérez Canca), un buen amigo que lo está pasando mal. También porque yo mismo no me olvido de lo afortunados que somos, estamos jugando a lo que nos gusta, con los amigos, en los mejores escenarios... ¿Qué mas queremos?".