Conocido básicamente por haber sido sujeto pasivo de una alineación indebida con el Madrid en la Copa, lo que supuso la sonrojante eliminación del equipo blanco en el 2015, Denis Chersyhev no era, ni mucho menos, un futbolista relevante en Rusia. Ahora lo es. Quizá más que su padre, Dimitri.

Debutó en el 2012 y en las poquísimas internacionalidades acumuladas (solo 9 en seis años) no había marcado ningún gol. Destapó el tarro de las esencias en el momento más oportuno. Marcó dos goles en la inauguración (Rusia-Arabia Saudita, 5-0) saliendo como suplente, uno a Egipto y uno a Croacia el día de la despedida del anfitrión por penaltis. Cheryshev no lanzó ninguno, como sí había hecho (y lo transformó) contra España en los octavos de final de esta cita mundialista. El futbolista del Villarreal, con una carrera condicionada por las lesiones, ha relanzado al menos su momento deportivo en el Mundial.