Hasta la fecha nadie se ha propuesto dar un merecido descanso a José María Movilla. Quizá por temor a ser excomulgado o a ser declarado hereje. Tiene inmunidad deportiva El Pelado para Víctor Muñoz y lo ha tenido para el entorno, siempre expectante, siempre seguro de que el centrocampista daría muestras de ser el mismo que, con su ligera y sencilla interpetación del momento, lideró al conjunto aragonés hacia la salvación, también hacia la Copa del Rey. Ayer, Movilla tampoco dio señales de vida. Siendo como es el eje creativo del conjunto aragonés, su depresión futbolística se ha contagiado definitivamente al grupo, que navega sin brújula, muy cerca del acantilado. Sin faro.

La desaparición de Zapater del once inicial que actuó en El Sadar se puede interpretar de dos formas: para darle otro aire a la pareja de mediocentros o para encubrir el auténtico problema. A medio camino de descubrir la verdadera razón, Movilla, que siempre fue humano pese a que la negociación de su fichaje este verano dijera lo contrario, se ha ralentizado y sus ideas en el campo se han reducido al pase corto, a la administración plana del juego y la conducción elevada de la pelota. Una versión B del verdadero profesional que es.

Sólo amagos

Soriano fue ayer su escudero y, a un nivel bajo, el aragonés estuvo un punto por encima del jerarca. Zapater también ha destacado en algunos encuentros más que Movilla, pero su juventud le ha pasado injusta factura a la hora de la elección. Víctor ha preferido la veteranía, el grado de la experiencia, esperando una reacción firme y contundente del madrileño, que ha hecho amagos sin recuperar el tono del pasado. Se ha descubierto que es tan vital su estado de forma óptimo como fatales sus melancólicos momentos actuales, lo que engrandece su figura sin restar responsabilidades a él y a su entrenador. Movilla necesita un descanso para que regrese al punto en que se extravió, y no hay por qué rasgarse las vestiduras, sino comunicarle a Zapater que puede pilotar al equipo y que cuenta con confianza ilimitada.

No es El Pelado el único culpable de la pobreza zaragocista en la últimas jornadas, pero sobre su eje rota el equipo, y el equipo ha dejado de rotar. ¿Soriano y Zapater? Desde luego no sería un suicido. Podría hacer crecer al ejeano como jefe de la sala de máquinas a la espera de que Movilla regresara más fresco y menos presionado del destierro provisional. No es un crack pero el Real Zaragoza le necesita al máximo de revoluciones, liberado de una carga que ahora mismo le supera. La fuerte inversión del club en su fichaje no debería hacer de Movilla un intocable ni de Zapater el chico de los recados.