Cualquiera hubiera tenido claro el diagnóstico: el Casademont Zaragoza fue ayer un equipo bipolar. Eufórico en la primera parte, soberbio desde la línea de tres, y completamente deprimido, superado por un Tenerife liderado por Huertas, en la segunda. Total, derrota por 99-111. Segunda consecutiva para teminar la primera vuelta y, lo más preocupante, de nuevo con más de cien puntos encajados. La defensa aragonesa brilló por su ausencia y el Iberostar campó a sus anchas por el Príncipe Felipe. El conjunto de Txus Vidorreta tuvo mayor fortaleza y entereza para sobrevivir dos veces a una desventaja en de 13 y 15 puntos, respectivamente, y acabó venciendo con toda justicia.

El partido en realidad fueron dos. Como dos equipos totalmente diferentes, radicalmente opuestos, fueron tanto el Casademont como el Tenerife en cada una de las partes. Tras el descanso se intercambiaron los papeles y el pabellón pasó de la fiesta a la decepción. En el primer acto el equipo local salió a mandar, a marcar territorio. Con Hlinason pegado a Shermadini desde el incio y un perímetro de dulce, el Casademont no tardó en ponerse en ventaja. Seeley y Brussino fueron dos francotiradores con un elevadísimo acierto y el equipo aragonés logró 13 puntos de ventaja ya en el primer cuarto. El Tenerife no estaba cómodo, pero aún así fue capaz de darle la vuelta al marcador nada más comenzar el segundo cuarto (26-27).

En esa locura que ya estaba siendo el partido, emergió la figura de Ennis. De nuevo más suelto cuando tuvo que hacer de base para que descansara Alocén, el canadiense fue el más loco entre los locos y empezó a anotar triples desde ocho y nueve metros. Cuatro de cuatro lanzamientos para alborozo de la grada. Llovieron los triples en el Príncipe Felipe y, con 10/15 para el Casademont, se llegó a la máxima diferencia, 15 puntos (56-41). El Tenerife tenía todos los síntomas del rival aragonés, no sabía cómo reaccionar. Marcelinho Huertas acabó protestando tanto que le señalaron una técnica antes del descanso. Era su tercera personal y llevaba 8 puntos y 7 de valoración. El Casademont había hecho 58 puntos.

VUELTA DE TUERCA / Pero llegó el descanso y, luego, el segundo acto. Uno pasó de la euforia a la depresión. Y el otro de la depresión a la euforia, como si se hubieran intercambiado la personalidad en los vestuarios. Dirigidos por un magistral Marcelinho Huertas, el Tenerife encontró pronto la manera de hacer daño a un Casademont relajado en defensa y que empezó a quedarse sin vías de ataque. Sin Shermadini en la pista, el equipo aragonés no buscó a Justiz, que tenía ventaja sobre cualquiera que fuera su par, y por fuera se quedó sin pólvora. Con una serie de pérdidas seguidas el Iberostar tomó los mandos del partido. El tercer cuarto terminó con 70-72 y con solo tres faltas cometidas por el conjunto aragonés.

El último cuarto fue peor aún. Marcelinho, Yusta y Gielo anotaron compulsivamente de tres y el base continuó con su exhibición. No solo acabó con 22 puntos, es que repartió 17 asistencias. El Casademont se vio totalmente desbordado e incapaz de recuperar la desventaja, que pronto llegó a los 14 puntos, coincidiendo con un parcial de 0-14 (70-84). Ahí se acabó el partido porque la depresión fue total y el Casademont ya no encontró la manera de volver, ni a base de triples ni defendiendo ni nada de nada. El conjunto de Fisac pasó de una primera parte brillante a una segunda completamente apagado. Lo contrario que el Tenerife, perdido al principio y excelso al final. Dos equipos bipolares, un partido extraño, una derrota merecida del Casademont y una victoria justa del Tenerife. La defensa aragonesa sigue sin dar señales.