No le hizo falta recorrer ese caminito hasta la banda que tanto se agradece los días de marcador plácido que invitan a la ovación fácil. Se ganó la más sincera después de una acción en la que mostró coraje y compromiso. No estaba cerca del gol, ni siquiera mirando al área, pero esa voluntad de trabajo que le lleva a sumar kilómetros de sordo sacrificio es ampliamente reconocida. Otra cosa es el gol, que a buenos ratos se le niega. Sabe Ángel que podría llevar más esta temporada, que por sus botas han pasado las suficientes oportunidades como para haber cambiado el presente del Zaragoza. Sabe también que tiene tiempo para corregirse, para ayudar a que su equipo piense en algo más que la permanencia. Tiene un primer desafío: batirse a sí mismo. Hace media docena de años que logró su mejor marca en una temporada. Fue en la 2010-11 con el Elche. 16 dianas en 27 partidos. Lleva ahora 13.

Le quedan 14 jornadas para superar su plusmarca. Le hacen falta cuatro. No parecen muchos. De hecho, si fuese capaz de mantener su promedio y jugase todos los partidos hasta el final de la competición, acabaría con 20. Quizá si llegase a esa cifra, sobre todo si la superase, el Zaragoza podría pensar en escalar posiciones hasta su verdad. «Es un bonito reto intentar llegar a esos 16 goles que marqué en el Elche. Me faltan tres, pero quedan muchos partidos por delante. A ver si puede ser», dice el canario, que esta temporada se ha quedado sin competencia en ataque, una vez que Juan Muñoz decidió dejar el equipo. Ni Dongou, con repetidas molestias en la rodilla, ni Samaras le hacen sombra.

Solo una tarde de fútbol se ha perdido Ángel esta temporada. Fue por petición propia el día que nació su hija. El Zaragoza, por cierto, ganó 2-0 al Mirandés. En su ausencia marcaron Cabrera y Edu García. «El año pasado hice 11 goles y uno en la Copa, 12 en total. Este año quería superar esa cifra. No esperaba superarla tan rápido. Estoy muy a gusto a nivel personal, a ver si puedo aumentar la cifra», explica el ariete, que habla de generosidad antes que de récords. «A un delantero le gusta meter goles y yo estoy encantado marcándolos, otra cosa es que salgan las cosas bien o mal. Pero el trabajo y el sacrificio siempre lo voy a poner».

EL PICHICHI / No se ha puesto en duda su compromiso en La Romareda, donde se le valora espíritu y entrega. Se le pide acierto, destreza en el remate, más allá de que sea capaz de sacar petróleo de balones que pelea en inferioridad, muchas veces balones largos nacidos desde cualquiera de las zonas de la defensa, pelotazos. Si lograse ejecutar mejor sus acciones, podría optar al pichichi de Segunda División, en el que le superan con 17 goles el exzaragocista Roger (Levante) y Joselu (Lugo), además del primer compañero de ataque que tuvo en La Romareda, Ortuño, que ha hecho 14 dianas con el Cádiz. «Tengo por delante tres grandes delanteros, que están haciendo las cosas muy bien. A mí me interesa que el equipo respire tranquilo. Si es con mis goles, mejor», explica Ángel, que habla con modestia pese a ser consciente de que una buena racha lo colocaría junto a sus rivales por este trofeo.

Le haría falta que el Zaragoza repitiese el funcionamiento del pasado domingo. «Necesitábamos un partido así, con una victoria contundente. El equipo está contento y la semana puede ser más tranquila. Sobre todo ha servido para eliminar los fantasmas que habían aparecido en el ambiente». Sin miedos ni dudas, quizá el Zaragoza sea otro y Ángel pueda aumentar su desafío.