Todos mirando el ataque y se impuso la defensa. La del Baskonia, en este caso, que desnaturalizó por completo al Casademont, lo dejó desarmado, indefenso, sin capacidad de reacción (89-61). El equipo aragonés no pudo cumplir con el objetivo marcado de elevar el ritmo de juego y aprovechar así el cansancio de su rival. Fue el conjunto de Dusko Ivanovic el que impuso su tempo y su calidad, consiguiendo que el Casademont acabara siendo un desconocido. Después de un mes anotando un promedio cercano a la centena de puntos, los zaragozanos se quedaron en solo 61 puntos anotados, la cifra más baja de este curso.

Fue así de principio a fin. Aunque hubo un momento en el tercer cuarto que la diferencia se rebajó a los seis puntos, la victoria del Baskonia nunca estuvo en duda. Sin ser un partido brillante, con errores por ambas partes, sin fluidez en ninguno de los equipos, los locales aprovecharon mejor sus armas desde el principio. En el Casademont solo Harris mantuvo el tipo con sus 18 puntos en otra muestra de solidez del germano, pero el ataque acabó siendo casi siempre un quiero y no puedo.

Como muestra, los bajísimos porcentajes de tres que tuvo el equipo aragonés toda la tarde. Solo anotó en tres de sus 20 lanzamientos, un 15% insuficiente en cualquier partido, mucho más ante un rival de mayor calidad. Influyó la defensa local pero también la precipitación y el ansia por anotar de los visitantes, que acabaron confundidos en muchas de sus acciones. Por contra, apenas buscaron a los interiores, un par de cositas de Hlinason, casi nada de Justiz que, para colmo, primero se llevó un costalazo en la espalda en una mala caída y, después, se sentó al notarse algo en la rodilla. En realidad, muy poco o casi nada puede rescatarse del Casademont, más allá de la fiabilidad de Harris. Faltaron puntos por fuera, contundencia por dentro, mayor intensidad defensiva, más cabeza en ataque.

Así que, con el marcador aragonés convertido en un lento goteo, el Casademont tuvo que conformarse con ver a su rival a distancia toda la tarde. Una diferencia que fue oscilando, por encima y por debajo de los diez puntos, pero que no peligró en ningún momento. Cuando el Casademont logró reducirla a seis en el tercer cuarto (54-48), sucedió lo contrario de lo esperado. El que se puso nervioso no fue el Baskonia sino el propio Casademont, que quiso correr y remontar en un momento y se volvió a quedar seco de puntos por precipitación.

Un imposible

El Baskonia dominó casi todas las facetas. Por dentro Fall fue más que Hlinason y Justiz y, por fuera, apareció Dragic con sus 17 puntos, detalles de Henry, el trabajo de Sedekerskis. El equipo de Ivanovic ganó el rebote (39-31) y castigó cada error del Casademont. Los aragoneses se fueron hasta las 16 pérdidas, lo que unido a su escaso porcentaje de tres y a sus malas decisiones en ataque, dejaron el partido en imposible mucho antes de que terminara.

El último cuarto fue casi un castigo en el que el Casademont apenas fue capaz de anotar once puntos. Tras el intento fallido de volver a entrar en el partido en el tercer cuarto, el equipo aragonés incidió en su peor versión. La de un equipo anárquico, sin ideas, sin apenas juego ofensivo. Tiros precipitados, pérdidas, acciones individuales. Así no solo no consiguió acercarse sino que la desventaja fue aumentando dolorosamente hasta los 28 puntos finales.

Una diferencia excesiva, un castigo demasiado severo. El Casademont aprendió la lección de un duro golpe. Su fuerza está en el colectivo y, si no encuentra su camino ofensivo, ha de aplicarse mucho más en defensa. Así le ganó el Baskonia, imponiendo su ritmo atrás, rompiendo los esquemas de un Casademont que no se encontró en el Buesa Arena. La derrota en Vitoria no es nada fuera de lo normal ni cambia la temporada del equipo aragonés, que ahora volverá a su realidad y jugará de nuevo duelos directos por eludir definitivamente la zona baja. Y por recuperar su mejor versión.