El Atlético de Madrid inicia hoy (21.00 horas) de verdad el descomunal desafío de la Liga de Campeones con un reto enorme en octavos contra la Juventus y Cristiano Ronaldo, que multiplica la complejidad del viaje hacia un destino anhelado, la final en el Wanda Metropolitano. El estadio rojiblanco, abarrotado para la cita, señala el camino para el bloque dirigido por Diego Simeone, que no está ni en su mejor momento ni es el favorito, pero que asume la magnitud del primer obstáculo con la naturalidad y la ambición de un equipo que sabe que el objetivo de los objetivos es la Champions League.

Lo es desde hace tiempo, desde que alcanzó su segunda final de la historia, la primera desde 1974, cuando el último suspiro, primero, y la prórroga, después, le apartaron de algo que sentía que era ya suyo en Lisboa, en el 2014, o cuando los penaltis le frustraron de la forma más cruel por segunda vez en dos años, en San Siro en el 2016.

La Juventus llega con Dybala pero sin Khedira. El Atlético se encomienda a dos de sus mejores armas, Jan Oblak en la portería y, sobre todo, Antoine Griezmann en la punta del ataque y como goleador.