Escritor, viajante, aventurero y fotógrafo, el francés Lucien Briet fue el descubridor para el mundo del Valle de Ordesa y todo su entorno, del que este año se celebra el centenario de la creación del Parque Nacional con los cuatro parajes de Ordesa, Pineta, Añisclo y Escuaín.

Fue el 1 de agosto de 1918 una fecha histórica. Pocas semanas antes se declaró el Parque Nacional de Covadonga. Fue un 22 de julio de 1918. «Se creó una vez escuchadas las palabras y la defensa de Briet, así como las demandas e infatigables acciones del marqués de Villaviciosa, de Pedro Pidal», explica José Luis Acín, autor de Tras la huellas de Lucien Briet. La protección se planteaba con intención de «cultivar lo más bello y útil de la naturaleza previniéndoles de la ferocidad del hacha y de la conservación del bucardo», indicaba Pedro Pidal.

Fue a finales del siglo XVIII cuando se empieza a hablar de la conquista del Pirineo por viajeros y aventureros extranjeros. Lucien Briet no dudaba en afirmar que «el pirineismo no está de moda entre los españoles, pero ya lo estará y veremos en el futuro que, pueblos como Torla y Bielsa se convierten y transforman en lugares de veraneo por la afluencia de excursionistas», explicaba un Briet adivino.

Es considerado el padre del pirineismo Louis Ramond de Carbonnieres, que en 1802 subió a la cima del Monte Perdido. Briet nació el 2 de marzo de 1860 en París. «Quedó huérfano de madre siendo aún joven. Fue declarado anticlerical, y además se negó a realizar el servicio militar, desertando de su país y escapando a Bélgica», explica Acín. Su interés por la montaña y la fotografía hace que recale en los Pirineos en 1889, sufragando los viajes su tía que le acogió y educó. Realizó numerosos viajes al Pirineo aragonés entre 1890 y 1911, con especial intensidad a partir de 1903. Con 56 años se casó con su antigua ama de llaves, 30 años más joven, con quién tendría una hija. «Estaba al final de su vida. Poco después, un 4 de agosto de 1921, moría en su casa de Charly-sur-Marne en la más absoluta ruina», explica Acín.

Su magnífico archivo conformado por sus apuntes de viaje, sus manuscritos de las obras que publicó y sus 1.600 placas fotográficas de cristal, de las cuales 900 son imágenes captadas de las tierras altoaragonesas, se pueden ver en el Museo Pirenaico du Chateau-Fort de Lourdes. Gracias a una serie de donativos se levantó un monumento a Briet en 1922 junto al camino de Turieto y en las orillas del Arazas, en el puente que comunica con la Casa de Oliván.

En 1890 Briet comenzó sus incursiones en el Alto Aragón. «Son viajes continuados hasta 1911 por tierras del Sobrarbe, Somontano de Barbastro y la Hoya de Huesca, con el Valle de Ordesa y la Sierra de Guara como puntos más destacados de su exploración. Ese rastreo lo realizó por la condición de no ser de nadie esas tierras», dice Acín.

José Luis Acín afirma que Briet «tenía muchas ansias de descubrir y de dar conocer. Tenía capacidad para transmitir lo que había en esos sitios. Fruto de esa ansia de conocer son documentos inigualables. Es muy difícil elegir una foto, pero las más destacables son cualquiera de las que hizo de Ordesa», indica.

Mucho ha cambiado el paisaje de Ordesa en un siglo. «Ha sido para bien y para mal. Hay mucha más vegetación no porque el hombre destruyera antaño el medio natural. Se veían más los campos y ese paisaje humanizado también es muy importante». Otro elemento ha cambiado. «Este es negativo. Cuando Briet anduvo por este territorio seguro que se encontraba con personas. Ahora seguro que andas por esos sitios dos y tres días sin encontrarte a nadie porque no hay nadie que habite esos lugares. Eso significa el abandono del laboreo de la tierra y la transformación del paisaje humanizado», indica. Acín cree que viendo Briet Ordesa en la actualidad «estaría contento porque se han salvado valles que estarían anegados por el agua. Hay masificación en verano, pero lejos de la pradera hay lugares como era Ordesa hace un siglo», concluye Acín.